domingo, 30 de noviembre de 2008

EL HOMBRE MEDIOCRE – José Ingenieros

Recuerdo que al terminar de leer este libro me había parecido agotador; sentía que se había hecho muy largo, que sus frases y párrafos se estiraban en las hojas. Sin embargo, también sentí que haberlo leído fue uno de los mejores esfuerzos de lectura que hice. Es cierto que José Ingenieros analiza cada una de las variantes y formas de la mediocridad, y tristemente, estas parecen interminables; mas también es cierto que se aprende muchísimo. 
Hoy mismo, mientras tomaba el libro para escribir vi la cantidad de sentencias que subrayé, los cientos de comentarios que hice en sus bordes, la cantidad de signos de admiración y “excelentes” que marqué, y al repasarlo caí en la cuenta de cuánto me identifico con el pensamiento de Ingenieros en gran parte de este libro. "’Toda brega por un ideal es santa aunque sea ilusorio el resultado’. Esto leemos en una introducción a El hombre Mediocre, editado en 1917. Y si hay alguien que abusó de la utopía pero para llevarla al terreno práctico y para convertirla en herramienta del conocimiento, ese fue José Ingenieros" (Prologo Edición 2003 por Roberto Díaz). 
¿Qué es lo que trata de hacer nuestro autor en este libro? ¿Por qué alguien dedicaría su tiempo de definir la mediocridad? Lo hacía por una causa importantísima, ayudar a la juventud a forjar ideales, a desarrollar en forma autónoma su pensamiento, a tratar de dar lo mejor de sí, a evitar ser un simple reproductor del orden social, a pensar críticamente. La verdad, pensamiento crítico es de lo que menos vemos en este tiempo. Mas releo el libro, más actual lo siento. Párrafo seguido citaremos esta vigencia.

 “Hombre normal no sería sinónimo de hombre equilibrado, sino de Hombre Domesticado” “Producto de la costumbre, desprovisto de fantasía, ornado por todas las virtudes de la mediocridad, llevando una vida honesta gracias a la moderación de exigencias, perezoso en sus concepciones intelectuales, sobrellevando con paciencia conmovedora todo el fardo de prejuicios que heredó de sus antepasados” “Su rasgo característico, absolutamente inequívoco, es su deferencia por la opinión de los demás. No habla nunca; repite siempre. Juzga a los nombres como los oye juzgar” Y así podría reproducir casi todo el libro; el punto es, qué debemos evitar y qué deberíamos tratar de ser. Traje a colación las citas porque es algo que vemos a menudo. Esta falta de conciencia sobre las opiniones e ideas es llamativa; el problema no es acordar en una idea sino saber porqué nos parece buena, de donde viene, cual es su trasfondo histórico y a qué intereses sirve. Es fácil reproducir lo que dice un amigo que admiramos, nuestro abuelo o madre pero antes de vociferarlo a los cuatro vientos nada más sano que chequearlo para ver si realmente es “tan así”.

Metiendo un poco de historia personal: la mejor enseñanza de mi madre fue enviarme a los libros: desde chica incluso, cuando le preguntaba por el significado de algo me mandaba al diccionario y luego, si no entendía ella me lo explicaba. Pero jamás me dio nada de primera mano, antes estaban las fuentes para investigar. En este libro, José Ingenieros hizo una especie de retrato universal y atemporal, es una foto que puede reproducirse en todas las épocas, es como la obra de Balzac pero focalizada en un punto trascendental. De alguna manera, él nos apunta cómo ser mejores pero en términos sociales. En este sentido hay una apuesta al crecimiento individual para conformar una mejor sociedad: “el buen sentido es individual, siempre innovador y libertario” versa para concluir “No concebimos el perfeccionamiento social como un producto de la uniformidad de todos los individuos, sino como la combinación armónica de originalidades incesantemente multiplicadas”. 

Creo que este libro, no solo merece el esfuerzo de lectura por su interesante análisis sino que finalmente uno se siente reconfortado, con ganas de ser mejor, de ser más sabio pero a la vez más humilde, de abandonar la testarudez y entrar en el mundo de la comprensión y del respeto, de querer crecer sin perder de vista el horizonte: y ese horizonte no es precisamente el billete en mi bolsillo sino la vida digna para todos los integrantes de la sociedad. 

Mientras más hombres mediocres existan peor viviremos en nuestra sociedad. Ahora desafío a cada uno de ustedes a que piense en una frase, en una de esas verdades que circulan por el imaginario social cual verdad ancestral y que la cuestionen, que la investiguen, que entienden por qué es así o porqué no es así, para sacar sus propias conclusiones. Les paso algunos ejemplos: “No se mete con nada ni con nadie, es un tipo bueno”, “En el ’76 había una guerra en el país, por eso actuaron los militares”, “Son pobres pero la villa está llena de antenas de Directv”, “Si son pobres ¿para qué tienen hijos?”, “Vienen por el chori y por la coca”, “En Estados Unidos esto no pasa”, “Los políticos son todo chorros” etc etc... podemos pensar un millón y en cada una ver la reproducción y conformación del imaginario y sus prejuicios.

“Hay algo humano, más duradero que la supersticiosa fantasmagoría de lo divino: el ejemplo de las altas virtudes. Los santos de la moral idealista no hacen milagros: realizan magnas obras, conciben supremas bellezas, investigan profundas verdades. Mientras existan corazones que alienten un afán de perfección, serán conmovidos por todo lo que revela fe en un ideal: por el canto de los poetas, por el gesto de los héroes, por la virtud de los santos, por la doctrina de los sabios, por la filosofía de los pensadores”.
Ingenieros, J., El Hombre Mediocre, Andrómeda Ediciones, 2003 Buenos Aires.

Sigamos en contacto:
Twitter @AldusR https://twitter.com/AldusR 
Instagram @AldusRH http://instagram.com/aldusrh  
Youtube                                               https://youtube.com/user/aldirh01 

2 comentarios:

Fernando Guilla dijo...

Aldana, gracias por el pensamiento y su publicación. Que José Ingenieros se haya ocupado de la Mediocridad, desmenuzandola,hizo que el libro, como vos decís, sea atemporal y necesario de ser tomado en cuenta. Tanto como Erasmo de Rotterdam con su Elogio a la Locura, de manera crítica y artística nos ocupamos de algo tan humano y cotidiano, con lo que aprendimos a convivir. Saludos desde Catamarca.

Aldana H dijo...

Fernando, mil gracias por compartir tu comentario enriquecedor.
Saludos