domingo, 30 de noviembre de 2008

EL HOMBRE MEDIOCRE – José Ingenieros

Recuerdo que al terminar de leer este libro me había parecido agotador; sentía que se había hecho muy largo, que sus frases y párrafos se estiraban en las hojas. Sin embargo, también sentí que haberlo leído fue uno de los mejores esfuerzos de lectura que hice. Es cierto que José Ingenieros analiza cada una de las variantes y formas de la mediocridad, y tristemente, estas parecen interminables; mas también es cierto que se aprende muchísimo. 
Hoy mismo, mientras tomaba el libro para escribir vi la cantidad de sentencias que subrayé, los cientos de comentarios que hice en sus bordes, la cantidad de signos de admiración y “excelentes” que marqué, y al repasarlo caí en la cuenta de cuánto me identifico con el pensamiento de Ingenieros en gran parte de este libro. "’Toda brega por un ideal es santa aunque sea ilusorio el resultado’. Esto leemos en una introducción a El hombre Mediocre, editado en 1917. Y si hay alguien que abusó de la utopía pero para llevarla al terreno práctico y para convertirla en herramienta del conocimiento, ese fue José Ingenieros" (Prologo Edición 2003 por Roberto Díaz). 
¿Qué es lo que trata de hacer nuestro autor en este libro? ¿Por qué alguien dedicaría su tiempo de definir la mediocridad? Lo hacía por una causa importantísima, ayudar a la juventud a forjar ideales, a desarrollar en forma autónoma su pensamiento, a tratar de dar lo mejor de sí, a evitar ser un simple reproductor del orden social, a pensar críticamente. La verdad, pensamiento crítico es de lo que menos vemos en este tiempo. Mas releo el libro, más actual lo siento. Párrafo seguido citaremos esta vigencia.

 “Hombre normal no sería sinónimo de hombre equilibrado, sino de Hombre Domesticado” “Producto de la costumbre, desprovisto de fantasía, ornado por todas las virtudes de la mediocridad, llevando una vida honesta gracias a la moderación de exigencias, perezoso en sus concepciones intelectuales, sobrellevando con paciencia conmovedora todo el fardo de prejuicios que heredó de sus antepasados” “Su rasgo característico, absolutamente inequívoco, es su deferencia por la opinión de los demás. No habla nunca; repite siempre. Juzga a los nombres como los oye juzgar” Y así podría reproducir casi todo el libro; el punto es, qué debemos evitar y qué deberíamos tratar de ser. Traje a colación las citas porque es algo que vemos a menudo. Esta falta de conciencia sobre las opiniones e ideas es llamativa; el problema no es acordar en una idea sino saber porqué nos parece buena, de donde viene, cual es su trasfondo histórico y a qué intereses sirve. Es fácil reproducir lo que dice un amigo que admiramos, nuestro abuelo o madre pero antes de vociferarlo a los cuatro vientos nada más sano que chequearlo para ver si realmente es “tan así”.

Metiendo un poco de historia personal: la mejor enseñanza de mi madre fue enviarme a los libros: desde chica incluso, cuando le preguntaba por el significado de algo me mandaba al diccionario y luego, si no entendía ella me lo explicaba. Pero jamás me dio nada de primera mano, antes estaban las fuentes para investigar. En este libro, José Ingenieros hizo una especie de retrato universal y atemporal, es una foto que puede reproducirse en todas las épocas, es como la obra de Balzac pero focalizada en un punto trascendental. De alguna manera, él nos apunta cómo ser mejores pero en términos sociales. En este sentido hay una apuesta al crecimiento individual para conformar una mejor sociedad: “el buen sentido es individual, siempre innovador y libertario” versa para concluir “No concebimos el perfeccionamiento social como un producto de la uniformidad de todos los individuos, sino como la combinación armónica de originalidades incesantemente multiplicadas”. 

Creo que este libro, no solo merece el esfuerzo de lectura por su interesante análisis sino que finalmente uno se siente reconfortado, con ganas de ser mejor, de ser más sabio pero a la vez más humilde, de abandonar la testarudez y entrar en el mundo de la comprensión y del respeto, de querer crecer sin perder de vista el horizonte: y ese horizonte no es precisamente el billete en mi bolsillo sino la vida digna para todos los integrantes de la sociedad. 

Mientras más hombres mediocres existan peor viviremos en nuestra sociedad. Ahora desafío a cada uno de ustedes a que piense en una frase, en una de esas verdades que circulan por el imaginario social cual verdad ancestral y que la cuestionen, que la investiguen, que entienden por qué es así o porqué no es así, para sacar sus propias conclusiones. Les paso algunos ejemplos: “No se mete con nada ni con nadie, es un tipo bueno”, “En el ’76 había una guerra en el país, por eso actuaron los militares”, “Son pobres pero la villa está llena de antenas de Directv”, “Si son pobres ¿para qué tienen hijos?”, “Vienen por el chori y por la coca”, “En Estados Unidos esto no pasa”, “Los políticos son todo chorros” etc etc... podemos pensar un millón y en cada una ver la reproducción y conformación del imaginario y sus prejuicios.

“Hay algo humano, más duradero que la supersticiosa fantasmagoría de lo divino: el ejemplo de las altas virtudes. Los santos de la moral idealista no hacen milagros: realizan magnas obras, conciben supremas bellezas, investigan profundas verdades. Mientras existan corazones que alienten un afán de perfección, serán conmovidos por todo lo que revela fe en un ideal: por el canto de los poetas, por el gesto de los héroes, por la virtud de los santos, por la doctrina de los sabios, por la filosofía de los pensadores”.
Ingenieros, J., El Hombre Mediocre, Andrómeda Ediciones, 2003 Buenos Aires.

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domingo, 23 de noviembre de 2008

EL EVANGELIO SEGÚN JESUCRISTO- José Saramago

Pensé bastante cómo abordar este libro por distintas cuestiones: primero porqué me gustó demasiado, segundo por su temática y tercero porque es la única aproximación que tengo a Saramago. Teniendo en cuenta estas mismas cuestiones trataré de recorrerlas quizás en un orden no tan claro.

El libro llegó a mis manitos gracias a mi amiga Sabina. Tengo un tema con los libros prestados, y es que apenas los termino quiero correr a comprarlos pero todos los comentarios e ideas las anoté en el que me prestaron ¡por supuesto! Este libro me fascinó desde los primeros dos párrafos, tal es así que lo leí casi sin despegarme de mi lápiz que terminó dejando su trazo en muchas de sus páginas; espero haya servido al menos para hacer más rica la lectura del siguiente en la lista de literatura prestada. Es que con “El evangelio según Jesucristo” me sucedió algo que hace tiempo no me sucedía y es la necesidad de leerlo todo, de agotarlo para querer volver a leerlo y para hacérselo leer a quien se me cruce por delante; son esos libros que aunque sabés que son las 3 de la mañana de un miércoles, sentís que tenes que avanzar mas. Y así sucedió, lo leí en poquísimos días dejando de lados las otras dos o tres lecturas que hago a la vez regularmente y estando desfigurada en el trabajo. Los buenos libros son así, te permiten recrear la historia mientras los lees y te generan el espacio para imaginarla el resto de las horas, de modo de que no te despegues nunca de él.
La historia, como ustedes adivinarán, no es ni más ni menos que la vida de Jesús. Excepto la etapa de su concepción, el resto es relatada casi en primera persona por él mismo. Supongo que es un libro difícil de leer para los creyentes ya que la postura es tan humana como le ha sido posible a Saramago. Este sábado pasado, al publicarse una entrevista de él en Revista Ñ, justamente decía que si fuéramos todos ateos el mundo sería menos belicoso.
Pero volvamos a la historia de nuestro libro. Su descripción de los hechos y su complicidad con el lector es deliciosa a la vez que uno se siente parte de él como en una especie de comunión entre la historia - el lector – y el escritor. La ironía remata muchos puntos del relato con ciertas reflexiones salidas del autor casi de manera casual, como “al pasar” que “despiertan” al lector y lo traen nuevamente a la realidad. La forma en que recrea cada suceso y cada pensamiento de los personajes parece tan real, tan acertada que sería fácil de creer que lo redactó un testigo de primera mano. La sociedad de la época, la vida de José y María inmersos en su religión y cultura son tan bien expuestas que es fácil pensar que en realidad  sucedió así. Personalmente, he sido una ávida lectora de la Biblia. Tanto por curiosidad religiosa como por su historia y por sus mensajes. Leer el Evangelio según Jesucristo fue repasar toda la vida de Jesús (no se le escapó nada) desde la primera persona, con sus conflictos y dudas, con sus pasiones y tristezas, con sus aciertos y desaciertos.
Hay algunos aspectos que destacan, más allá de la calidad de escritura y redacción sobre la que no diré demasiado ya que el Premio Nobel habla solito en este caso. Como decía, entre estos aspectos mereció mi atención el carácter rebelde de Jesús: como vivió su vida en enfrentamiento con su familia y su sociedad y hasta con el propio Dios, tratando de evitar su designio en términos de hacerlo un dios poderoso y abarcativo por sobre el pueblo hebreo. Otro de los temas que merece ser resaltado (y leído más de una vez) son los momentos en que ocurren hechos divinos o milagrosos. El anunciamiento del ángel a María, el encuentro entre Jesús y el diablo, el propio diablo junto a Dios y a Jesús en la barcaza donde le confiesan al último sus planes…
Podría mencionar mil cosas de las 188 páginas que dura la historia, pero creánme merece ser leída y disfrutada por cada uno. Semejante emprendimiento literario, con el peso que el propio tema acarrea, tamaña prolijidad y generosidad de escritura merece un lugar en vuestras bibliotecas. En lo personal, más allá de agradecerle a Sabi su generosa idea de permitirme leer este libro, me debo a mi misma otras lecturas de Saramago; aunque confieso me preocupa que no me desborden como lo hizo la historia de Jesús de Nazaret.

“Dijo María, Qué crimen ha cometido mi marido. Dijo el ángel, Tú lo sabes, no quieras ser
tan criminal como él. Dijo María, Juro. Dijo el ángel, No jures, o, si no, jura si quieres,
que un juramento pronunciado ante mí es como un soplo de viento que no sabe adónde
va. Dijo María, Qué hemos hecho nosotros. Dijo el ángel, Fue la crueldad de Herodes la
que hizo desenvainar los puñales, pero vuestro egoísmo y cobardía fueron las cuerdas que
ataron los pies y las manos de las víctimas. Dijo María, Qué podía hacer yo. Dijo el ángel,
Tú, nada, que lo supiste demasiado tarde, pero el carpintero podía haberlo hecho todo,
avisar a la aldea de que venían de camino los soldados para matar a los niños, había
tiempo suficiente para que los padres se los llevaran y huyesen, podían, por ejemplo, ir a
esconderse en el desierto, huir a Egipto, a la espera de que muriese Herodes, que poco le
falta ya. Dijo María, No se le ocurrió. Dijo el ángel, No, no se le ocurrió, pero eso no es
disculpa. Dijo María, llorando, tú, que eres un ángel, perdónalo. Dijo el ángel, No soy
ángel de perdones. Dijo María, perdónalo. Dijo el ángel, Ya te he dicho que no hay perdón
para este crimen, antes sería perdonado Herodes que tu marido, antes se perdonará a un
traidor que a un renegado.”
(…)
“Y como las ganancias de José no daban para admitir personal a su servicio, el recurso
natural estaba en los hijos, a mano, por así decir, además también por una simple
obligación de padre, pues ya lo dice el Talmud, Del mismo modo que es obligatorio
alimentar a los hijos, también es obligatorio enseñarles una profesión manual, porque no
hacerlo será lo mismo que convertir al hijo en un bandido. Y si recordamos lo que
enseñaban los rabinos, el artesano, en su trabajo, no debe levantarse ante el mayor
doctor, podemos imaginar con qué orgullo profesional empezaba José a instruir a sus
hijos mayores, uno tras otro, a medida que iban llegando a la edad, primero Jesús, luego
Tiago, después José, después Judas, en los secretos y tradiciones del arte de la
carpintería, atento él, también, a la antigua sentencia popular que así reza, El trabajo del
niño es poco, pero quien lo desdeña es loco, es lo que luego se llamaría trabajo infantil.”

José Saramago, 1991 El evangelio Según Jesucristo, Editorial Punto de Lectura.

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domingo, 16 de noviembre de 2008

El Mal Metafísico - Manuel Galvez

Las lecturas que se pueden hacer de “El mal metafísico” son riquísimas y variadas. Mas allá de que a continuación me permito transcribir parte de un análisis que hice sobre este libro, su autor y su época, quiero respetar en este primer párrafo la idea del blog y poner lo que me apasionó de la novela y de la forma en que está escrita.
En particular, gusto de las historias que me permiten conocer un poco mas modelos de época a través de sus descripciones y Galvez en esto ha sido muy generoso. Por otro lado, no puede dejar de cautivarme la historia de la vida de un escritor y mucho menos en la época de la bohemia. Leer el Mal Metafísico es como ver la película Moulin Rouge, con su generosidad de colores, imágenes y realidades fantásticas.
En ese sentido, es una lástima que la literatura de Galvez haya quedado casi en el olvido, pues, más allá de acordar o no con ciertas corrientes de pensamiento, nos dejó en su evolución literaria importantes restos de nuestra propia historia y de cómo nos pensamos en determinados momentos. Ahora sí, paso a un pequeño resumen sobre el autor y su libro. 
Para entender la literatura de Galvez (1882-1962), que confieso me sorprendió gratamente, es necesario entender un poco el contexto literario del momento. Manuel Gálvez es una de las figuras prominentes del período denominado del Centenario en la literatura Argentina. Por entonces el principal componente ideológico es el hispanismo: el espíritu de conciliación hacia España y la herencia española que tomó auge particularmente después de la guerra hispano-norteamericana, abre paso a una nueva visión del pasado y alimenta el mito de la raza. El otro componente ideológico es el nacionalismo cultural que, en el marco de una modernización y cosmopolitismo creciente, lleva a la búsqueda de una tradición nacional literaria.
El modelo filosófico de Gálvez remitía a la corriente intelectual española que se denominó Generación del ’98, cuya figura central fue Miguel de Unamuno. Al mismo tiempo su proyecto narrativo estaba ligado a dos nombres, Benito Pérez Galdós y Honoré de Balzac. Tanto el novelista español como el francés se plantearon un programa literario que recorriera todos los aspectos de la sociedad en que vivían. Gálvez se impuso un proyecto similar al que sumó además del realismo, el naturalismo de Emile Zola.Encontramos en este proyecto uno de los cambios de ideas del Centenario donde la literatura ya no es un pasatiempo sino una forma de operar sobre la realidad y, en el caso de Gálvez, educar al pueblo.
“El mal metafísico” nos permite recorrer la vida de los literatos de las primeras décadas del siglo XX. Se reflejan allí las ideas circulantes, los debates, los cambios sociales que imperaban por entonces y la incipiente profesionalización. Las escenas y la vida de los personajes se mezclan con la realidad de la vida literaria de los jóvenes del momento.
“En esa novela está reflejada la vida literaria de la juventud de mi época” Incluso Gálvez confiesa que su personaje principal Riga, es él mismo con excepción de algunos detalles. “Yo era así: tímido, soñador” (Saítta S. y Romero L., 1998:139[i]) explica recordando los resabios del romanticismo. Riga es un joven con vocación de poeta que reflexiona sobre la realidad del país y le permite a Gálvez expresar muchas de sus experiencias vividas.
El libro nos ubica en La Brasileña, un bar y café literario que funcionó en la calle Maipú 238 de la Ciudad de Buenos Aires. Allí se reúnen grupos de bohemios y otros literatos para discutir sobre variados temas: escritos, autores, libros, filosofía, política. Es interesante como a través de estos diálogos se nos plantea una época de transición que no ha terminado con el modernismo y que no llega a definir su posición de vanguardia. Personajes destacados de la vida literaria desprecian al modernismo y proclaman volver al castizo. La juventud, entre los que se encuentra Riga, defiende la literatura bella y pura que transmita en sus palabras la generosidad, humanidad y amor por una sociedad justa. La mayoría de las ideas provienen de la lectura de autores europeos, entre ellos españoles y franceses en su mayoría. Los temas de lectura incluyen desde las nuevas ciencias como la psicología y la sociología para entender a la sociedad hasta lo esotérico y lo místico.
Nuestro personaje nos permite ver como el resto de la sociedad desprecia la literatura como profesión, los que se dedican a escribir son holgazanes sin futuro condenados a la marginalidad, a la bohemia. No hay editores que se arriesguen en empresas de publicar libros, los que lo hacen son simples administradores que reciben una paga del artista. Es así que la mayoría de los literatos publica en revistas de baja calidad artículos sobre crítica literaria o de espectáculos, cuentos y poesías. 
Las nuevas ideas, la voluntad de cambio se canaliza en la publicación de revistas de cultura que toman como modelos las revistas europeas; en ellas los noveles escritores intentan hacerse conocer. La mayoría de las revistas son realizadas por un mismo grupo y persiste aún la venta por suscripción. Su público es la clase media interesada por cultivar la novedad, lo cual condena a las revistas y magazines a un público reducido. Es por ello que muy pocas revistas logran editarse en períodos largos. 
Ante una sociedad materialista en exceso, ante los escritores que tenían dinero y no eran profesionales o los que tenían un mecenas; la juventud del centenario planteaba que sí existía un escritor profesional. Desde las páginas de “El mal metafísico” se critica a un Estado que no apoyaba a las letras; que condenaba a los escritores a ser empleados en otras tareas que no eran de su vocación. Así abundaba entre estos intelectuales la pobreza, los empleos mal pagos generalmente en dependencias del Estado o en periódicos. Esta mezcla de ficción y realidad permite a Gálvez exponer su concepción sobre la vida de entonces y sobre las actitudes de los escritores que muchas veces contradicen con sus formas las expectativas que alientan de ser profesionales. Así nos encontramos con la exposición de los vicios e ideales de la juventud literaria y su vocación: la bohemia, la “automarginación”, la afición al alcohol o la falta de compromiso con la regularidad en la escritura.
A su vez Gálvez muestra el repertorio de las ideas y de cómo estas convivían a pesar de su oposición en muchos casos el decadentismo, modernismo, nacionalismo, positivismo, hispanismo, materialismo, antiutilitarismo, anticlericalismo, oscurantismo, etc. Las lecturas de los intelectuales perfilaban sus presentación en sociedad: ser escéptico “a lo Renán”, ser irónico a lo “Anatole France”, analizar la sociedad en términos de Le Bon, Bakunin, y el pensamiento socialista. Conocer la literatura francesa moderna. Filosofar con las categorías de Nietzche y Schopenhauer. Negar la inspiración del artista. Dejarse la melena “profesional”. Ser elegante y distinguido.
Gálvez usa “El mal metafísico” a modo de ejemplo: los escritores padecen de este mal de crear, soñar y contemplar pero no necesariamente el final debe ser la muerte, la marginación y la miseria sino que puede transformarse en proacción sobre la realidad. La novela es una forma de mirarse a sí mismo y a sus contemporáneos e invitar a tomar las riendas de la profesión. 

“Frente a su taza de café, Carlos Riga, en un bar apacible esperaba a sus amigos. Estudiaba Derecho, y se había iniciado, hacía poco tiempo, en la vida literaria. Se reunía todas las noches, con algunos colegas de literatura y de ilusiones, en una Brasileña, y allí, con el penoso gasto de un café inspirador, pasaban largas horas definiendo la Vida, componiendo la Sociedad, maldiciendo al odioso filisteo que les ignoraba, y engalando la pobreza y la sed de gloria con fáciles ensueños vagos. Pero como aquella noche Riga leería a sus amigos un flamante poema suyo, lejos de las curiosidades burlonas de los colegas y de las miradas desdeñosas del entonces célebre y ubicuo Celui-que-ne-comprend-pas.” Capitulo I Galvez, M. “El Mal Metafisico”, Editorial Espasa-Calpe, 3er Edición, 1962 [1917] [i] 
Saítta Sylvia y Romero Luis, “Grandes Entrevistas de la Historia Argentina”,Buenos Aires, Ed. Punto de Lectura, 1998

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sábado, 8 de noviembre de 2008

EL OCASO DE LOS IDOLOS – Federico Nietzsche


Publicar algo sobre este libro me ha metido en tamaño brete, porque es muy difícil escribir sobre Nietzsche http://es.wikipedia.org/wiki/Friedrich_Nietzsche . Uno nunca se siente autorizado a explicar, referenciar o citar a tamañas figuras sin sentir que pudo haber usado su pensamiento “en vano”. Pero bueno, la cuestión es que hace un par de años -en el 2006 precisamente- traté de ponerme al día con mis libros pendientes y encaré la tarea de leer “El ocaso de los ídolos”(también traducido como “El crepúsculo de los ídolos”).

Todos sabemos que Nietzsche fue un gran crítico de la moral y religión de su época y, para ser más veraces, de occidente en su totalidad. El ocaso de los ídolos (o como se filosofa con el martillo) expresa de alguna manera esta inquietud por demostrar las debilidades de la moral y filosofía que orienta a occidente desde la Grecia antigua. Así por ejemplo, en su capítulo “el problema de Sócrates” pone en juicio desde el razonamiento dialéctico hasta esta idea de fascinación, de salvador que llevaba al pensamiento socrático a luchar contra la decadencia. Para Nietzsche no se puede hacer la guerra a la decadencia, no se puede superarla; es decadente la misma idea de pensar que se puede uno librar de ella.

Si bien no voy a adentrarme en cada capítulo, me interesa señalar aquí la fuerte visión crítica que tiene nuestro autor (filósofo él) ante el rol de los filósofos; Nietzsche señala cómo estos cargan de vacío las ideas, cómo anteponen en importancia a lo mas general y abstracto antes que a los sentidos cercanos. Esta falta de sentido histórico, su negación al devenir los convierte en seguidores del “egiptismo”, cargados de una atemporalidad total e imbuidos en juegos de puro lenguaje. Sobre este último me permito citar “yo creo que no nos desembarazamos de Dios porque aún creemos en la gramática…” (2000[1887]:25) ¡Imagínense que después de esta frase no me queda mucho por explicar u opinar!

La mirada de Nietzsche desde ya solo comienza por la Grecia post-socrática pero sigue sobre la moral cristiana. Su capítulo “de cómo el mundo verdadero termino volviéndose fábula” es rutilante. De este capítulo extraeré mi cita final de la entrada “blogueana”. Luego por supuesto, dedica su atención a su Alemania del momento y a sus carencias. Finalmente, rescato el brillante capítulo “Las incursiones de un inactual” donde cita a aquellos que son incompatibles con él y por qué.

Con toda sinceridad, es imposible en una sola entrada abarcar este libro. Es cortito (menos de 100 páginas) pero su contenido es … es inmenso. Cada frase es un disparador de pensamiento, es una invitación a repensar las cosas de otro modo. Y aún así, uno se queda con la sensación de que algo se le escapó. Repasando mis subrayados y anotaciones para escribir esta entrada me emociono con solo releer unas partecitas, me sorprendo de la tremenda capacidad de condensar ideas tan fuertes en frases cortas.

Mi última frase, solo pretende mencionar mi más humilde respeto y admiración ante semejante producción intelectual, incluso, por sobre sus contradicciones y soberbias.

“Destruir las pasiones y los deseos simplemente a causa de su estupidez, y para prevenir sus desagradables consecuencias, nos parece hoy una forma aguda de la estupidez (…) La iglesia combate la pasión mediante mutilaciones en todo sentido; su práctica, su cura, es el castratismo. No pregunta nunca: ¿Cómo se puede espiritualizar, embellecer, divinizar un deseo? En todo tiempo ha puesto su prurito en la extirpación” Federico Nietzsche, (2000[1887]:27)
El Ocaso de los ídolos, Bureau Editor, 2000.

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sábado, 1 de noviembre de 2008

BUENOS AIRES ES LEYENDA – G. Barrantes / V. Coviello

Existen muchísimos libros sobre mitos y leyendas urbanas y la verdad es que todos me fascinan. Por sobre las distintas calidades de investigación o el estilo de reproducción de las historias, lo que encantan son las historias en sí. Imagino por tanto que no debe haber publicaciones desafortunadas en este sentido; cuanto más interesante y rico sea el cuento en términos de cercanía, credibilidad o increíble, más entusiasmo aportará al lector. 
Buenos Aires es Leyenda (parte I, pues ya ha salido una parte II) es un libro que pretende recorrer la Ciudad de Buenos Aires a través de los distintos mitos que operan en cada uno de sus barrios. Los autores interesados en recopilar esta información han trabajo con entrevistas y buscaron distintas fuentes de información sobre cada mito que encontraron. La organización de estas historias por barrios me parece interesante en la medida en que permite posicionarnos en el espacio y hasta ubicar calles, plazas y edificios; esa cercanía de la que hablé en el párrafo anterior se vuelve reveladora. 
Si nos remitimos a las historias en sí, encontramos distintas temáticas y tenores de interés. Algunas son ya conocidos pero otras confieso que me han sorprendido. En particular puedo recomendar algunas que les aseguro los van a entusiasmar: “El gigante de Once”, “El enano vampiro” (juro que da escalofríos) y “Pepe Cipriani, el más veloz” (esta sí que es loca). Desde ya ustedes podrán leerlo y ¡sacar sus propios favoritos! 
Me parece positivo que se hagan estas recopilaciones de historias de Buenos Aires, todas las grandes metrópolis o mejor dicho, todas las ciudades tienen sus mitos funcionando detrás, conviviendo con nuestras vidas “normales”. Es llamativo incluyo leer los testimonios de distintas personas que transcurren sus días en relación a estos relatos.
Como conclusión del libro me voy a permitir recuperar las observaciones que escribí en la tapa en su primer hoja -método al que recurro desde hace unos años para retener a lo largo del tiempo algo de lo que me provocó cada lectura-: “Interesante. Por momentos uno quiere mas detalles de las historias, o resumieron mucho o investigaron poco. Los comentarios sobre mitos y su definición son pobres; quizás tendrían que haber abordado el tema en la introducción del libro y ahí resolvían el problema. Como sea, lo + + rico son las historias, ellas siempre fascinan”. Esto último es lo mas contundente, cuando terminen de leer créanme que, como mínimo, se van a poner a buscar algún datito mas. 
Antes de citar un chiquitín de alguna de las historias y en este mismo sentido, les recomiendo los circuitos “Buenos Aires Misteriosa” (pónganlo en google y los encuentran enseguida), que  armaron un tour por la ciudad recorriendo historias asombrosas. Yo en particular hice el primero hace unos años y me gustó muchísimo, sobre todo por la calidad del relato.

La gente del barrio sabía de la existencia del enano eslavo. Algunos vecinos lo habían visto, pero parecía tranquilo. Por lo demás, nadie comprendía su lengua. Ni tampoco entendían cómo podía mantenerse este pequeño visitante. Pronto lo averiguarían” El enano Vampiro, Mitos del Bajo Flores. Buenos Aires es Leyenda. Editorial Planeta, 2007