lunes, 8 de diciembre de 2008

BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA – Luis Alberto Romero

La verdad es que desde siempre me gustó leer historia y, fue una de esas otras tantas carreras que me hubiese gustado hacer. Recuerdo que de niña me colgaba de los libros de historia que tiene mi madre y me extasiaba tratando de armar una cronología sobre el antiguo Egipto. Como sea, hay cantidades de libros de historia rondando las bibliotecas de cada casa o cualquier librería; lo que me parece que no hay muchos es historiadores con tremenda eficacia simbólica al momento de escribir sobre la historia. Para mí, y estoy hablando en primerísima persona, Romero es uno ellos. Y con esto hablo de métodos y formas, mas no de miradas ideológicas.

Todos sabemos que la historia se estudia por procesos, todos sabemos que los distintos actores que confluyen en los hechos deben ser identificados, tanto como las dimensiones relacionadas a la economía, sociedad, política, cultura, etc. Sin embargo, lo que todos sabemos muy pocos los aplican.

Llegué a este libro buscando apoyo histórico para una sección de mi tesis relacionada a la universidad.
Si bien, ya había leído libros sobre historia de la universidad necesitaba afianzar y situar a esta institución en relación al contexto. El libro de Romero trata básicamente de la historia del último siglo de nuestro país. Comienza por 1916 con la asunción de Irigoyen y culmina, en la segunda edición que poseo, con los 10 años de menemismo. Como imaginarán hay mucho para leer y otro tanto para reflexionar. 

Desde ya no voy a hacer un repaso del libro porque es imposible pero sí quiero dejar en claro por qué me gusta leer a Romero y de qué hablaba al decir eficacia simbólica. El libro es de una lectura sencilla y, si bien se usa en estudios de historia, puede leerlo un amplio público. Romero es un autor que contempla todas las dimensiones, si habla de economía también habla de los intelectuales. A mi gusto, incluye como pocos el rol de los medios de comunicación cuyo papel no ha sido menor a lo largo de la historia. A su vez, tiene una redacción muy clara y se entiende a qué apunta en cada capítulo. No es para nada mezquino en incluir ciertas anécdotas ilustrativas que acompañan amenamente el devenir de los hechos y por sobre todo, es un autor que incluye su punto de vista. Su mirada está “en un punto y aparte”, bien clara e identificada. En ese sentido es mucho más sincero que otros. 

Su estilo, me resulta muy agradable, me parece muy similar a como escribe Eric Hobsbawm, uno de mis historiadores favoritos para leer (http://es.wikipedia.org/wiki/Eric_Hobsbawm ) Por otro lado, Romero trabaja con variadísimas fuentes y autores de distintas disciplinas, cosa que sinceramente he visto muy poco en otros libros, y que hace mucho más jugosa la exposición además de dar disparadores para ampliar cada hecho. 

Respecto de nuestra historia contemporánea en sí, quiero rescatar el planteo que hace Romero al comenzar este libro. Sus preguntas guías se basan en el lugar de Argentina en el mundo, que como imaginarán cambió bastante de 1916 al 2000. Otro punto es “las características, funciones e instrumentos que debe tener el Estado para garantizar lo público, regular y racionalizar la economía, asegurar la justicia y mejorar la equidad en la sociedad” (me permití citarlo directamente desde el prólogo porque está clarísimo), el tercer punto que tuvo en cuenta fue – y esto sí me parece fundamental- el rol de los intelectuales y la cultura en cada proceso- en términos de detectar pautas que permitan un pensamiento crítico, riguroso pero a la vez comprometido. Estos tres aspectos derivan en el rol de la política y sus armas para lograr una sociedad más democrática y justa. No es un planteo sencillo pero es interesante leer el libro a través de estos interrogantes. 

Por último, considero que es realmente necesario leer la historia: la nuestra, la del mundo, la de lo que nos rodea para permitirnos pensar con argumentos, tomar postulas centradas en los hechos y para –fundamentalmente- repensarnos a nosotros mismos como sujetos de esta sociedad. 

  “En 1967 los obispos del Tercer Mundo, encabezados por el brasileño Helder Camara, proclamaron su preocupación prioritaria por los pobres –reales, y no solo de espíritu-, así como la necesidad de comprometerse activamente en la reforma social y asumir las consecuencias de ese compromiso” [Cap. “Dependencia o Liberación, 1966-1976”: 179]
“En las grandes ciudades – sobre todo Buenos Aires y Rosario- la definición de identidades fue más compleja, el resultado menos unívoco, pero de consecuencias más espectaculares. Entre los sectores populares, la heterogeneidad cultural y lingüística fue superándose en la experiencia cotidiana de afrontar las duras condiciones de vida, que estimularon la cooperación y la constitución de todo tipo de asociaciones: mutuales, de resistencia, gremiales, en torno de las cuales la sociedad popular comenzó a tomar parte. Por otra parte, la convivencia permitía la espontánea integración de las tradiciones culturales y el surgimiento de formas híbridas pero de una vigorosa creatividad, como el tango, el sainete o el lunfardo, donde confluían los elementos criollos y los muy diversos aportados por la inmigración” [cap. “1916”:32] 
Breve Historia Contemporánea de la Argentina, Segunda Edición, José Luis Romero. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2007

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