domingo, 19 de diciembre de 2010

HISTORIAS OCULTAS EN LA RECOLETA – Cuentos: María Rosa Lojo Investigación histórica: Roberto Elissalde

Locales y turistas sabemos que el Cementerio de la Recoleta – antes llamado cementerio del Norte- nos lleva a recorrer gran parte de la historia Argentina, tanto en términos políticos y sociales como artísticos. Y mientras los apellidos “altaneros” (prefiero esto a “alcurnia”) que hicieron época y decidieron destinos se codean metro a metro, hay otros que se les cuelan por el solo peso de los hechos como Facundo Quiroga o Eva Perón. Como fuere, desde la mirada con que queramos encarar este espacio, no puede haber pereza intelectual en su recorrido. Personalmente, cada vez que paseo por allí, siempre me voy con la grata idea de volver a observar todo lo que seguramente se me escapa. Y así, casi sin proponérmelo, cada tanto cruzo sus puertas y me llevo algo nuevo.
El libro que les presento hoy, toma como eje el cementerio y alguna de sus tumbas en particular, para disparar relatos ficcionales anclados en hechos reales. Rojo y Elissalde nos presentan quince historias, narradas en primera persona por personajes que no necesariamente son el propio protagonista. 
Personalmente me gustó mucho el estilo narrativo y los ángulos desde que se tomó cada historia, los personajes no son fácilmente asibles, hay profundidad en ellos y halos de misterio en los sucesos. Por épocas, algunos hechos y familias se relacionan; las pequeñas menciones que los conectan despiertan la curiosidad del lector, además de acercarnos un poco más a las costumbres y eventos culturales de cada momento.
De todas las historias, las que me resultaron novedosas fueron las referidas al secuestro del cadáver de Doña Inés Indart de Dorrego, la cabeza de Marco Avellaneda y Doña María Magdalena, viuda de Alzaga enclaustrada de por vida con sus seis hijas menores. Los relatos que me parecieron podían tener mayor densidad remiten al periplo de Juan Manuel de Rosas desde el cementerio de Southampton a la Recoleta y el hijo de Mitre. Y, los que me sorprendieron por la belleza de la presentación de los personajes fueron la historia de Catalina Dogan (servidumbre de la familia Sáenz Valiente) y el asesinato y traslado de Facundo Quiroga.
Como cierre solo me queda transmitir que el libro me gustó mucho, que me dio mucho más para investigar y “curiosear” y que, entiendo, son relatos que pueden tener una amplia aceptación en cualquier lector. Los cuentos son amenos e invitan a meterse en un mundo que, aunque distante, es parte de todos.
A quien escribe, le queda como tarea, tomar cada historia y buscar los rincones de la ciudad involucrados…

“La muerte y la fiesta, polos complementarios de la cultura popular, estaban, ambos, muy presentes –y muy cercanos- en las primeras etapas de nuestra vida independiente, que corresponden también a los primeros tiempos del cementerio. Existían, por cierto, unas “Fiestas de la Recoleta”, bulliciosas celebraciones públicas que comenzaban el día de Nuestra Señora del Pilar y se extendían durante una semana (…) Los defensores de la moral y las buenas costumbres (sobre todo, los británicos) no dejaron de protestar contra estos festejos, que se prolongaban hasta la madrugada con bailecitos o “changangos”, y que a veces, también proporcionaban algún nuevo habitante al cementerio” Prólogo: 19
“Otra costumbre, de raíces profundamente coloniales, era el “entierro del angelito”, donde se festejaba el ascenso directo a los cielos de un niño inocente que, por lo tanto, se convertía en ángel. Se disfrazaba a estas criaturas de la manera más bizarra y lujosa posible, y, si la familia era adinerada, hasta se los adornaba con joyas, que luego retiraban antes de sepultarlos. Este entierro de niños, tan penoso de por sí, desembocó alguna vez en episodios crueles, que desmentían la suprema dignidad de la “muerte igualadora” y prolongaban privilegios de la vida terrena. Cuenta Mariquita Sanchez: ‘¡Cómo diré hasta dónde iban estas extravagancias! [los vestían] ya de pastores, ya de cautivos, ya de ángeles; en fin, hubo la mas divina ocurrencia en una casa en que mueieron un niño y un negrito (1) Vistieron al niño de San Miguel y al negrito como el diablo. La madre lloró, suplicó, pero como era esclava, tuvo que callar…” Prólogo: 21
(1)     Subrayado propio. AH
Editorial Alfaguara, Buenos Aires, 2009.

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domingo, 14 de noviembre de 2010

MI HISTORIA DE LAS MUJERES – Michelle Perrot

Michelle Perrot es una historiadora francesa http://es.wikipedia.org/wiki/Michelle_Perrot Ha dedicado toda su obra a investigar y publicar sobre materia social, principalmente ligada al movimiento obrero y al feminismo. Cuando me crucé este libro en el tope de una mesa de librería debo confesar que me sorprendió. No porque no se la publicara en español, sino porque nunca había visto un libro suyo tan exhibido.

Mi historia de las mujeres” me llamó la atención por dos cosas: primero porque es un libro de 200 páginas y sinceramente me pareció imposible sintetizar algo de la historia de los mujeres en tan pequeña publicación, segundo porque no podía imaginar cuales serían los ejes organizadores del relato. 

El libro se encuentra dividido en cinco apartados temáticos que incluyen qué es y qué implica decir “historia de las mujeres”, el cuerpo, el alma, el trabajo de las mujeres y mujeres en la polis. Dentro de cada tema los subcapítulos son lo suficientemente amplios e interesantes como para escribir libros con cada uno. Valga como ejemplo que cuando se habla del trabajo de las mujeres, el contenido implica tanto la vida campesina, como el trabajo doméstico, la realidad de las fábricas o los oficios de nivel terciario.

Realmente Perrot plantea los temas desde lo que considero los puntos más importantes; explica cada uno de ellos con natural claridad y sencillez expositiva. Para mí, este es un tipo de libro que sirve de disparador para ampliar todos sus tópicos; en este sentido la autora abunda en fuentes de información y referencias como para que uno pueda hacer su propio camino. Admiro profundamente la generosidad del saber de algunos investigadores, que nos dan pautas de continuidad y reconocimiento en otras tantas publicaciones relacionadas.

Pero vuelvo a algunos puntos que me parecieron importantes. La historia de las mujeres -indica la autora- no existió desde siempre sino que surgió en Estados Unidos y Gran Bretaña en los años 60 y una década después en Francia. Perrot ubica esta episodio como algo reciente, de unos 30 años y señala que la pregunta inicial estuvo asociada a si las mujeres tenían una historia, sobre todo porque “el estructuralismo de Claude Lévi-Strauss había insistido mucho en el papel que ellas tenían en la reproducción y los lazos familiares” (2009:15) Por distintas razones, las mujeres han sido invisibilizadas, quizás el principal motivo es que casi no han participado del espacio público y este ha sido escenario privilegiado de la historia. Las mujeres dejan pocos rastros, se las ve poco, no dejan fuentes para el estudio. Accedieron tardíamente a la escritura y sus imágenes fueron retratadas por hombres: “estas imágenes nos dicen, sin dudas, mas sobre los sueños o temores de los artistas que sobre las mujeres reales”(2009:19) Es inevitable sumar a lo anterior la pérdida de los linajes por adoptar el apellido matrimonial, la falta de conservación de papeles, escritos y diarios, y una suerte de autodestrucción de la memoria femenina: las mujeres convencidas de su poca importancia destruyeron sus registros personales al final de sus vidas.

Expuesto lo anterior, ¿cuáles fueron los insumos iniciales para esta historia? La investigación comienza por los archivos públicos; los registros policiales y judiciales son los más enriquecedores en información sobre mujeres. Los archivos privados, la correspondencia y los diarios íntimos aportaron otro tanto. Pero estas fuentes suelen atentar contra lo cotidiano y contra las clases más bajas que no se pueden permitir estos registros. En ese sentido, la labor del feminismo ha sido fuerte en rastrear las historias de bisabuelas y abuelas para reconstruir información. En cuanto a libros, la primera forma de expresión admitida y publicada tuvo espacio en los conventos. Recién a partir de 1900 las mujeres escribirán para folletines, novelas y periódicos.

Simplemente y, para no extenderme demasiado en un tema que es realmente apasionante, recomiendo este libro como introducción, como hipertexto que abre posibilidades infinitas de nuevas lecturas. Por último, retomo la autocrítica de la propia autora. La historia de las mujeres sobre la que habla remite con preponderancia a la vida en occidente y en particular a Europa. Hay mucho por trabajar aún para que esta historia sea más completa. Desde aquí, pienso en la historia de las mujeres de pueblos originarios o de las afro-descendientes y su rol en nuestras sociedades.

Empecemos por el principio, el nacimiento: la niña es menos deseada. Anunciar “es un varón” es más glorioso que decir “es una niña”, debido al valor diferente atribuido a los sexos, lo que Francoise Héritier llama la “valencia diferencial de los sexos”. En los pueblos de antaño, las campanas repicaban menos tiempo por el bautismo de una niña, así como por el entierro de una mujer. El mundo sonoro está sexuado” Michelle Perrot (2009:53)
Mi Historia de las Mujeres, Fondo de cultura Económica, Buenos Aires, 2009 [2006: primera edición]

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domingo, 5 de septiembre de 2010

LA MUERTE DE PABLO ESCOBAR - Fernando Botero

Fernando Botero. La muerte de Pablo Escobar. 1999. Óleo sobre tela. 58 x 38 cm. Sala Donación Fernando Botero.

En cualquier lugar del mundo donde uno esté si hay una producción de Botero, es imposible no identificarlo. Sus clásicas figuras regordetas lo hacen inconfundible. Cuando en el año 2006 se hizo una muestra suya en el Museo de Bellas Artes de Buenos Aires, corrí hacia él, no porque estuviera entre mis artistas favoritos. No ha sido un artista que capturara mi atención en absoluto, siempre me pareció muy repetitivo debo decir, pero me daba simple curiosidad ese vuelco que había experimentado en estos últimos años de incorporar en sus cuadros “la realidad” de la sociedad colombiana. “La muerte de Pablo Escobar” tristemente no estaba en la muestra.

Como fuere, hoy en día, por sobre la inmediatez de la comunicación de imágenes, es interesante que haya pintores que se permitan la interpretación artística de ciertos hechos… que nos propongan su mirada. A veces al realismo de la inmediatez no nos da espacio para la reflexión, mirando un cuadro de este tipo, uno se permite pensar algunas variantes.

Los techos de tejas de las casa aparecen oscuros a primera vista, a medida que se alejan se van iluminando por el sol, en color terracota. Las tejas son de estilo español colonial, redondeadas, antiguas con unas pinceladas blancas sobre ella para demarcar la forma. Toda la vista de la ciudad se corresponde con casas, de paredes blancas y ventanas celestes que llegan al pié de la montaña. Se nos cruza una sola chimenea que emana humo, pequeña, casi ínfima respecto del personaje central de la historia.

Atrás, montañas que rodean la ciudad. Verdes, altas y redondeadas, un tanto opacas, como si estuviera anocheciendo. El cielo está cubierto de nubes, denso, en escala de azules que apenas se figuran por algún celeste que demarca algo de luz.

Escobar es enorme, es una figura gigantesca que cubre toda la ciudad desde las alturas. Está descalzo sobre el techo de la casa con chimenea. Sus pies, con los talones apenas levantados dejan una tenue sombra bordó, del mismo color de la sangre que emana de su cuerpo. El pantalón oscuro llega a sus talones y es sostenido por un cinturón que –si no se mirara con precisión- parece una simple cuerda. Lleva una camisa blanca, completamente desabrochada, que deja su pecho descubierto de frente a las balas. Su cara tiene los ojos cerrados, labios rojo intenso y pequeños, bigotes cortos, una tenue barbilla y su pelo castaño acompañando el movimiento del cuerpo. Sus manos completan el gesto de protección de las balas que vienen hacia él.

En su mano derecha Pablo tiene un arma, pero sus dedos están legos del gatillo. Está cayendo herido por una excesiva cantidad de balas que han dado en sus piernas, torso, brazos… y una en la frente, justo arriba de los ojos. Cada punto rojo en su cuerpo es una bala que dio en el blanco. Hay algunas manchas de sangre, pocas en comparación con lo que aparenta su cuerpo dolorido, como si todo hubiera sucedido demasiado rápido.

Hay algo de especial en el tema del cuadro. Lo primero que me viene a la mente es la “lluvia de plomo”, esa que Escobar prometía descargar sobre quienes no aceptaran la contraoferta: “el dinero”. Y así aparentemente sucedía…

No quiero meterme en la historia de la sociedad colombiana, en sus muertes, en su desgarramiento, ni en sus intentos de superación porque siempre temo pecar de ignorancia. Sin embargo, hay algo en la figura de Pablo Escobar Gaviria que proyecta una imagen romántica. Ese tipo amado por los humildes, que construyó barrios, estadios de fútbol y hacía beneficencia a mas no poder. ¿Por qué lo haría? ¿Tendría que ver con sus orígenes o simplemente el afán de su carrera política? La cosa es que muy pocos personajes delictivos de la historia las hacen de Robin Hood y cuando lo hacen, entran en esa especie de limbo que parece contraponer todo el tiempo al diablo y a Dios. Y es que muchos de los mortales ni siquiera acceden a esa categoría.

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sábado, 28 de agosto de 2010

LA NEGRA ANGUSTIAS – Francisco Rojas González


Capturó mi atención porque son raras las novelas sobre las revoluciones que pongan de protagonista a una mujer. Así, del aeropuerto del DF me traje un poquito mas que los recuerdos de un maravilloso viaje; gané también una historia, que si bien contempla el relato imaginario propone valores por los que se debería seguir luchando hoy. A su vez, me sirvió de pretexto para reflexionar un poco sobre todo lo que no sé: revolución mexicana incluida. Es cierto que uno trae algunos datos sueltos pero se siente la falta de profundidad de análisis...
Angustia Farrera es una campesina mulata del sur del país. Vive en una suerte de casucha en medio de la pobreza y – claro está- falta de educación formal. Es decir, corre con triple desventaja para la sociedad del momento (¿por qué no la actual?): es mujer, es mulata, es pobre. Y en ese camino de la marginación le toca vivir situaciones de violencia, le toca aprender a defenderse, le toca escapar y… se le cruza la revolución y el “boca en boca” de la lucha de Emiliano Zapata.
Con la Revolución todo comienza a tener sentido para Angustias: hay que luchar por los pobres, hay que cambiar las cosas, y por sobre todo, hay que cambiar el rol de las mujeres. Desde ya, esta manera en que lo expreso es una abstracción de segundo orden; la riqueza de ello está en cómo la protagonista va conformando estas ideas a partir de pensamientos muy sencillos y anclados en la realidad cotidiana. Angustias se transforma así en la Coronela fuerte y valiente que todos admiran, sus hombres la siguen hasta la muerte. Ella se impone por la violencia, pero a la vez es muy sensible de la situación de la mujer. El mismo relato parece abandonarla a su suerte cuando hay un pequeño corrimiento de este camino. Cabe aclarar aquí que no es una “historia femenina”, todo lo contrario, es un relato tan anclado en la realidad que hace digna del mayor respeto la mirada aguda del autor. Cada página nos muestra el sentido de muchos sinsentidos, la lucha por el todo, sin tener en claro qué es esto, la falta de intelectualidad orgánica ante tanta fuerza de voluntad y coraje –en este caso- del ejercito zapatista.
Su autor, Francisco Rojas, fue etnógrafo, escritor y también posee trabajos sobre antropología. Incursionó además en guiones para cine. Como otros autores de la época (La Negra Angustias es de 1944) tomó la revolución mexicana como suceso inspirador de relatos novelescos. Este movimiento literario, tiene sus comienzos durante el mismo proceso revolucionario, algunos lo sitúan a partir de obras de 1910 (ver http://redalyc.uaemex.mx/pdf/281/28100205.pdf) y se podría decir que aún continúa con matices. En aquel entonces, los escritores expresaban a través del relato expectativas, posturas políticas y recuerdos o experiencias vividas en carne propia. El rol de la mujer, que sabemos fue importantísimo en la revolución mexicana y, no solamente por acompañamiento sino también por la incorporación de la mujer a la lucha (las soldadescas fueron apartadas luego de 1920 al finalizar el proceso revolucionario con el Gral. Obregón), aparece en las novelas del período relativamente devaluado. En este sentido, el relato de Francisco Rojas es único.
Sin meterme en mayores pormenores históricos, quiero detallar sensaciones. La novela realmente conmueve, ayuda a entender la simpleza de las cosas y el odio de la marginación que hoy en día nos parece tan inexplicable. El personaje de Angustias Farrera puede engañar: personalmente creo que es en esencia profundo y desvalido a la vez. Cuando terminé de leer la novela, lo primero que pensé es que toda ella bien podría ser un cuadro, hermosamente pintado en muchos colores, donde todos sus personajes tienen un lugar destacado, donde se puede intuir el devenir del conjunto.

“Angustias Farrera habíase acercado al grupo. Cada proeza heroica o cada acción bizarra tocábale una fibra sensible; estaba transformada. La lumbre de la hoguera encendía su rostro, contraído por un gesto feroz. Silenciosa e inmóvil escuchaba de labios de los hombres la descripción de un mundo terrible en el que el valor y la razón se batían contra el abuzo y las concupiscencias. Atenta, se dejaba llevar por la ruta ensangrentada de los alzados; la exposición pintoresca y simple, al alcance de su mentalidad en agraz, de los afanes y de las esperanzas comunes, la convencieron de que solo había una remedio contra las torturas de los pobres: la violencia; y de que la violencia manifiesta en su más alto grado cambiaba de nombre: la revolución”: 76
LA NEGRA ANGUSTIAS, Francisco Rojas González, Fondo de Cultura Económica, México, 2007

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domingo, 13 de junio de 2010

DELIRIO - Laura Restrepo



Hay libros a los que uno le tiene desconfianza, pasa sus hojas con precaución y busca el más mínimo detalle para corregir, hasta que al llegar a la hoja 20 se da cuenta que tiene que empezar de nuevo con otro espíritu, con la confianza que brinda una buena historia redactada de manera muy atractiva. Y así fue como leí por primera vez a Laura Restrepo; la conocía es verdad, sabía de su vida intelectual y de su accionar político en Colombia, pero no había hecho ninguna otra aproximación.
Vuelto a comenzar el relato se nos presenta la locura, sin mayores vueltas ni explicaciones: Agustina se volvió loca y Aguilar – su marido- al estar ausente durante el episodio, trata de reconstruir y entender lo que sucedió a la vez que busca algún sentido en este presente. Uno podría pensar ingenuamente que es una historia sencilla. Sin embargo, el riesgo de trabajar con la locura como propulsora de la historia es grande, es dar coherencia a la incoherencia, es brindar algún código legible de lo que ocurre en un universo paralelo, es asir y detallar la experiencia de lo que vive un porcentaje reducido de la sociedad, ocultado y discriminado desde tiempos inmemoriales.
Y ahí está Aguilar -hombre bueno y genuino-buscando mientras espera que de algún momento a otro la vida se torne normal, mientras intenta encontrar algo de Agustina en esa mujer extraña, ausente, violenta, verborrágica, callada, ruidosa, asustadiza… Reflexiona sobre todo lo que no escuchó, sobre lo poco que sabe de la familia de su mujer, sobre su falta de curiosidad hacia determinados personajes y eventos; todo en un remolino de datos desperdigados.
En paralelo, el lector vive las historias encontradas de una familia, que es la de Agustina y parece que no podría ser la de nadie más, que tiene a un abuelo Portulinus con momentos de desvarío, y a una madre Eugenia que trata de preservar las apariencias como en toda “buena familia” y a una tía Sofi que hace “cosas raras”, a un padre que ama por sobre todo y a un hermano – el Bichi- que participa de un secreto sagrado. Todo se mezcla en el presente, en una sociedad colombiana sacudida por la ira de Pablo Escobar, en una clase alta colombiana imbuida de la gracia y la beneficencia que le toca por relacionarse a ocultas con Pablo Escobar…
Hay mucha información en el relato, pero no hay caos; provoca al lector a atar cabos, a entender un poco más y a permitirse exigir que todo lo sucedido deba tener un final esperanzador. Nada es como uno lo imagina hasta el final; y la verdad, el final me pareció delicioso. Simplemente hay que leerla, dejarse llevar y proponerse darle la densidad que merece cada párrafo. Solo me queda un “gracias Ani por el regalo”.
“El Midas McAlister le cuento a Agustina que en medio de la barahúnda y de la borrachera los jugadores de polo le gritaban a la Araña, que seguí en el suelo, Párate, Araña, no seas maricón, no seas aguafiestas, no te tires la velada, y mientras tanto la Araña allá abajo, a oscuras y entre el barro y boqueando y encomendándose a Dios, sin poder moverse porque según se vino a saber más tarde acababa de tronarse el espinazo contra el filo de la roca, Unos después, cuando se percató de que todavía estaba vivo, se hizo llevar a Houston Texas en avión particular, a uno de los megahospitales donde en su momento llevaron también a tu papá, le dice el Midas a Agustina, porque en este remedo de país a todos los platudos que se enferman se les da por peregrinar a Houston Texas convencidos de que en inglés sí los van a resucitar” Delirio:22
Delirio, Laura Restrepo, Punto De Lectura, España, 2004

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viernes, 2 de abril de 2010

MIL SOLES ESPLENDIDOS – Khaled Hosseini

No puedo empezar a contarles algo de esta novela que no sea desde los sentimientos: emociona, conmueve, sus personajes quedan con vos. Mil Soles Espléndidos no tiene grandes juegos narrativos, ni cruzadas cronológicas o frases grandilocuentes; simplemente te arrolla la historia, te envuelve, te involucra, te hace vivirla. Y es que es tan potente el tema que al terminar de leerla te lleva mínimamente a un segundo de reflexión. 

El relato nos ubica en el Afganistán de los últimos 50 años. Allí dos mujeres – Mariam y Laila- de distintas generaciones terminan viviendo una historia en común que –créanme- es conmovedora. El relato es el discurrir de sus vidas, las cuales, necesariamente (como a todos nos sucede) están atadas a su sociedad, su cultura y una realidad política cambiante y cruel para todo el pueblo afgano. 

Es valorable que la narración pose su mirada en lo cotidiano de dos personajes tan diferentes pero tan comunes y sencillos; es decir, no tenemos grandes héroes sino seres humanos viviendo y tratando de asir sus realidades con mezcla de resignación y esperanza a la vez. Por un lado, Mariam que es hija ilegítima y como tal ha vivido su niñez aislada junto a su madre, es obligada a casarse a sus 15 con un hombre 30 años mayor que ella; hecho que la condena a dejar a sus pocos seres queridos y enfrentar una nueva vida en Kabul. Por otro lado, tenemos en Laila a una niña que vive en Kabul bajo la ternura de un padre profesor de literatura que no deja de darle prioridad a su educación. Laila crecerá junto a su amigo y compañero Tariq de quien se termina enamorando.

El cruce que finalmente ocurrirá en la vida de ellas es muy shockeante y profundo a la vez. No voy a pecar de ignorante y emitir opiniones sobre un mundo lo suficientemente desconocido en occidente como para que se lo juzgue de una manera grosera. La situación de la mujer en el islam no es la misma ni en todos los países que lo profesan ni dentro de cada país mismo. De hecho nuestra historia nos muestra la vida diferente que lleva cada mujer según su origen familiar y educativo. Por otro lado, y esto no dejo de pensarlo desde hace años, la crueldad de la guerra atraviesa a todo el pueblo: familias enteras desarticuladas por la muerte, la mutilación, las migraciones forzadas, las invasiones e intervenciones desde el exterior, y; una eterna esperanza de que con cada cambio de bando y su poder relativo aparecerá la tan añorada paz. Es casi imposible para nosotros entender cuánto sufrimiento se puede resistir; lo que sí podemos comprender son las consecuencias de la intolerancia; aspecto común a todos los pueblos más allá de su ubicación en el planisferio. 

“Yalil tenía tres esposas y nueve hijos legítimos, a los que Mariam no conocía. El era uno de los hombres mas ricos de Herat. Era dueño de un cine, que Mariam nunca había visto, pero, ante sus insistencia, Yalil se lo había descrito, de modo que sabía que la fachada estaba hecha de azulejos azul y marrón claro, que tenía palcos privados y un techo con un enrejado. Una doble puerta batiente conducía al vestíbulo enlosado, donde los letreros anunciaban películas hindúes en vitrinas de cristal. Los martes, dijo Yalil un día, en el puesto de helados les daban uno gratis a cada niño. Nana sonrió con disimulo al oírlo. Esperó a que Yalil se fuera antes de reírse abiertamente. - A los hijos de desconocidos les regala helado –dijo-. ¿Y qué te da a ti, Mariam? Historias sobre helados. “ [Primera Parte: 13] Mil soles Espléndidos, Khaled Hosseini, España, 2009

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viernes, 5 de febrero de 2010

EL VUELO DE LA REINA – Tomás Eloy Martínez

Me permito tomar nota de esas vueltas irónicas de la vida donde uno tiene programado escribir sobre un libro cuyo autor se nos acaba de ir hace poquitos días. Mas aún cuando es el primer libro que de él leo a pesar de tener otros títulos tan exitosos. Como fuere, la lectura de El vuelo de la Reina llegó de la mano de un pedido desesperado de “necesito novelas para leer”.

La trama de la novela en sí misma y el conflicto que presenta es bien universal: un hombre que se enamora de una mujer y no se siente del todo correspondido. Pero la gracia de contar una historia tan clásica radica en la forma de presentar su desarrollo y en el trabajo adecuado de sus personajes. ¿Qué tiene de particular nuestra novela entonces? Por empezar que está anclada en la Argentina de los ’90 y; en sentido amplio, que podría encajar mas que bien en cualquier país latinoamericano durante la misma década y años posteriores también. Así nos encontramos con un director de un diario influyente, que parece manejar los hilos de las noticias con la necesaria habilidad para instalar la agenda pública. Es tal el nivel de corrupción y podredumbre sobre el que se mueve el gobierno y la sociedad que Camargo parte de una supuesta idea de justicia y dignidad a partir de hechos por lo menos objetables.

Paralelamente, nuestro hombre todopoderoso, lleva una vida sentimental opaca y, una relación con su mujer e hijas que podríamos calificar de distante. Pero la vida de Camargo cambia cuando decide contratar a Reina, una periodista mucho mas joven que él. Sus sentimientos hacia Reina van mutando a lo largo de la historia hasta llegar a momentos de máxima insalubridad. En este sentido, si bien nuestro personaje nos cuenta en primera persona qué es lo que piensa de la situación amorosa con Reina, el relato solo nos permite vislumbrar su obsesión a través de su accionar; y no tanto el sentido patológico de lo que le sucede y por qué emerge en ese momento, ya que si bien aparece una crónica similar vivida por un amigo suyo no se sigue el hilo de este punto, ni Camargo lo evoca.

Hay dos temas maravillosamente interesantes en esta novela: leerla es pensar en la Argentina disparatada que nos tocó vivir en aquellos años pero que no pudimos apreciar en toda su dimensión. Cada frase, cada hecho periodístico que se nombra tiene un claro anclaje que no deja de comprometerlo a uno en la reflexión. Y segundo, no deja de ser imponente para el lector, el grado de profunda perversión de algunas relaciones humanas y los amplios espacios que se abren a esta locura a través del poder económico. Ambos temas, por su jerarquía, están muy bien ponderados a lo largo de la historia de modo que convivan pero no se devoren mutuamente.

Por último, el relato está muy bien logrado y es atrapante. Tiene los saltos necesarios como para que uno no pueda intuirlo todo y el final, si bien no sorprende, tampoco es literalmente esperado. En lo personal, me provocó sentimientos encontrados: ganas de leerla y ganas de no querer saber cómo termina; algo así como “ya tuve suficiente con todo lo que leí, ¿va a seguir con mas?”

“A eso de las ocho de la mañana, las radios anunciaron que el presidente se retiraba a meditar a un convento en medio de la pampa. Llevaba consigo el crucifico milagroso y dejaba las terrenales contrariedades del gobierno en manos de su hermano menor, que era el mandamás del Senado. Los noticieros de televisión querían transmitir imágenes del limonero sagrado, pero la custodia de Olivos no permitió entrar a nadie. Hasta los periodistas mas recelosos decían que, después de una experiencia sobrenatural, lo único sensato era lo que el presidente estaba haciendo: rezar y retirarse en soledad” Cap. Cuatro, Pag.87

EL VUELO DE LA REINA, ALFAGUARA, BUENOS AIRES, 2002

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