domingo, 14 de noviembre de 2010

MI HISTORIA DE LAS MUJERES – Michelle Perrot

Michelle Perrot es una historiadora francesa http://es.wikipedia.org/wiki/Michelle_Perrot Ha dedicado toda su obra a investigar y publicar sobre materia social, principalmente ligada al movimiento obrero y al feminismo. Cuando me crucé este libro en el tope de una mesa de librería debo confesar que me sorprendió. No porque no se la publicara en español, sino porque nunca había visto un libro suyo tan exhibido.

Mi historia de las mujeres” me llamó la atención por dos cosas: primero porque es un libro de 200 páginas y sinceramente me pareció imposible sintetizar algo de la historia de los mujeres en tan pequeña publicación, segundo porque no podía imaginar cuales serían los ejes organizadores del relato. 

El libro se encuentra dividido en cinco apartados temáticos que incluyen qué es y qué implica decir “historia de las mujeres”, el cuerpo, el alma, el trabajo de las mujeres y mujeres en la polis. Dentro de cada tema los subcapítulos son lo suficientemente amplios e interesantes como para escribir libros con cada uno. Valga como ejemplo que cuando se habla del trabajo de las mujeres, el contenido implica tanto la vida campesina, como el trabajo doméstico, la realidad de las fábricas o los oficios de nivel terciario.

Realmente Perrot plantea los temas desde lo que considero los puntos más importantes; explica cada uno de ellos con natural claridad y sencillez expositiva. Para mí, este es un tipo de libro que sirve de disparador para ampliar todos sus tópicos; en este sentido la autora abunda en fuentes de información y referencias como para que uno pueda hacer su propio camino. Admiro profundamente la generosidad del saber de algunos investigadores, que nos dan pautas de continuidad y reconocimiento en otras tantas publicaciones relacionadas.

Pero vuelvo a algunos puntos que me parecieron importantes. La historia de las mujeres -indica la autora- no existió desde siempre sino que surgió en Estados Unidos y Gran Bretaña en los años 60 y una década después en Francia. Perrot ubica esta episodio como algo reciente, de unos 30 años y señala que la pregunta inicial estuvo asociada a si las mujeres tenían una historia, sobre todo porque “el estructuralismo de Claude Lévi-Strauss había insistido mucho en el papel que ellas tenían en la reproducción y los lazos familiares” (2009:15) Por distintas razones, las mujeres han sido invisibilizadas, quizás el principal motivo es que casi no han participado del espacio público y este ha sido escenario privilegiado de la historia. Las mujeres dejan pocos rastros, se las ve poco, no dejan fuentes para el estudio. Accedieron tardíamente a la escritura y sus imágenes fueron retratadas por hombres: “estas imágenes nos dicen, sin dudas, mas sobre los sueños o temores de los artistas que sobre las mujeres reales”(2009:19) Es inevitable sumar a lo anterior la pérdida de los linajes por adoptar el apellido matrimonial, la falta de conservación de papeles, escritos y diarios, y una suerte de autodestrucción de la memoria femenina: las mujeres convencidas de su poca importancia destruyeron sus registros personales al final de sus vidas.

Expuesto lo anterior, ¿cuáles fueron los insumos iniciales para esta historia? La investigación comienza por los archivos públicos; los registros policiales y judiciales son los más enriquecedores en información sobre mujeres. Los archivos privados, la correspondencia y los diarios íntimos aportaron otro tanto. Pero estas fuentes suelen atentar contra lo cotidiano y contra las clases más bajas que no se pueden permitir estos registros. En ese sentido, la labor del feminismo ha sido fuerte en rastrear las historias de bisabuelas y abuelas para reconstruir información. En cuanto a libros, la primera forma de expresión admitida y publicada tuvo espacio en los conventos. Recién a partir de 1900 las mujeres escribirán para folletines, novelas y periódicos.

Simplemente y, para no extenderme demasiado en un tema que es realmente apasionante, recomiendo este libro como introducción, como hipertexto que abre posibilidades infinitas de nuevas lecturas. Por último, retomo la autocrítica de la propia autora. La historia de las mujeres sobre la que habla remite con preponderancia a la vida en occidente y en particular a Europa. Hay mucho por trabajar aún para que esta historia sea más completa. Desde aquí, pienso en la historia de las mujeres de pueblos originarios o de las afro-descendientes y su rol en nuestras sociedades.

Empecemos por el principio, el nacimiento: la niña es menos deseada. Anunciar “es un varón” es más glorioso que decir “es una niña”, debido al valor diferente atribuido a los sexos, lo que Francoise Héritier llama la “valencia diferencial de los sexos”. En los pueblos de antaño, las campanas repicaban menos tiempo por el bautismo de una niña, así como por el entierro de una mujer. El mundo sonoro está sexuado” Michelle Perrot (2009:53)
Mi Historia de las Mujeres, Fondo de cultura Económica, Buenos Aires, 2009 [2006: primera edición]

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