domingo, 28 de diciembre de 2008

FAUSTO - Estanislao del Campo – Ilustraciones de Florencio Molina Campos

Creo además que el Fausto de Estanislao del Campo es generoso para una lectura colectiva. Todos más o menos sabemos la historia del gaucho conocido como “Pollo” que relata la función de teatro que vió con tanta gracia y confusión. Estanislao del Campo ha hecho una historia brillante con una hermosa aproximación al gaucho. Molina Campos ha sido maestro en reproducir la vida del gaucho con imágenes traídas en muchos casos de recuerdos de la niñez. Ambos fueron personas de ciudad pero con mucha afinidad por la vida de un personaje que en aquella época iba desapareciendo… mejor dicho, mas que desapareciendo fue convirtiéndose en peón. Las ilustraciones son realmente excelentes: vivas, alegres, trasparentes… Para finalizar cito una parte del prólogo:

La entrada de hoy remite más a la experiencia de la lectura que a la historia en sí. Este libro fue no solo un regalo sino además una hermosísima sorpresa. Habíamos ido a una muestra que se hizo sobre Molina Campos en el Museo Nacional de Bellas Artes de Argentina hace unos 2 años de la que salí más fascinada que antes con su obra. En una de las vitrinas había un ejemplar de la primera edición en la que nuestro artista ilustró la obra de Estanislao del Campo en 1941. Imagínense que se me había antojado fascinante leer el Fausto acompañado de ilustraciones que bien le caían al tema (lo debo haber dicho en voz alta) Y bueno, así me llegó de regalo de cumpleaños un librito de la edición especial de 1000 ejemplares -el mío es el 327 :)- que se publicó en el año 2003. 


Libro amplio de tapa gruesa y hojas generosas, que me recuerdan a las publicaciones de cuentos que leía cuando era niña porque me quedaban grandes por todos lados. Ese mismo verano (cumplo años en febrero) partimos de vacaciones para recorrer el norte argentino y decidimos llevar nuestro Fausto criollo para leerlo. Lo mas hermoso fue que lo leímos en voz alta, un rato cada uno, mientras mirábamos las ilustraciones. No sé ustedes, pero yo no recordaba la experiencia de la lectura colectiva: la forma en que cambian las percepciones, las distintas disposiciones de atención que se ponen sobre el texto cuando uno relata o escucha… La verdad, fue una experiencia genial. Si alguno se anima, lo invito a que intente una lectura de este tipo, compartida. Se perderán en las primeras páginas pero de a poco la historia te envuelve. 

“Con respecto a nuestro terma, fueron varias las opiniones que dieron algunos de sus críticos: Dice el doctor Julio César Raffo de la Reta: ‘en las ilustraciones del “Fausto” de Estanislao del campo, Molina Campos ha demostrado, como ningún otro artista que haya ilustrado el poema, que él se adentró en los personales, a tal punto que sus cuadros y dibujos los ha realizado según la mente de Laguna, que es el personaje que escucha el relato que su amigo Anastasio el Pollo, hace de la función teatral que ha presenciado’”.

Consejito I : lean el Fausto Criollo, es cortito pero la historia es buenísima. Consejito II: si pueden lean el Fausto Criollo con las Ilustraciones de Molina Campos Consejito III: tómense unos minutos para disfrutar de la obra y trayectoria de Molina Campos. Es sorprendente.

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domingo, 21 de diciembre de 2008

EL DERECHO DE SOÑAR – Gastón Bachelard

Este es un libro muy especial. Cuando comencé a escribir el blog se me acercó Mara (una compañera de facultad) y me dijo que ella adoraba un libro de Bachelard que hacía algo muy parecido a lo mío: hablaba de libros y cuadros. Resulta que su lectura le provocó conocer más acerca de esos autores, sus obras y producciones; y, en un acto de mucha generosidad me lo prestó para que lo leyera. Siempre digo que prestar libros es una acción valiente, porque uno quiere a sus libros y el contenido que les imprimió a través de su lectura. Además, cuanto mas delicioso le resulte al lector ¡más difícil es que vuelva! Justamente por entender esto es que trato de devolverlos a la brevedad sin que ello por supuesto me obligue a hacer una lectura apresurada. Como sea, ¡Mara el lunes o martes te lo devuelvo con mis comentarios en lápiz y las iniciales “AH”! J (Amo los libros que cargan en sus páginas no solo las palabras del autor sino la de los lectores… se hace tan rico…)
Pasemos ahora al libro en sí. Alguna vez leí una serie de artículos de Bachelard pero quedó ahí, en el olvido. Cuando tomé este libro no sabía muy bien cómo entenderlo. Bachelard fue un filósofo (http://es.wikipedia.org/wiki/Bachelard) que ha ejercido su influencia en pensadores posteriores, sobre todo en el ámbito que remite a la ciencia; de alguna manera este libro me sacaba de eso para entrar en sus preferencias y placeres acerca de la pintura, el gravado y la literatura. Por otro lado, El derecho de soñar, es posterior a su muerte y son una serie de textos compilados que como dice la nota de la edición en francés “No es seguro que hubiese aprobado nuestra elección ni estado de acuerdo con el orden que hemos puesto a la cabeza del volumen” porque entre otra cosas, aquí aparece más como un soñador, como un relator de lo que le provoca enfrentar determinadas obras antes que como un pensador.
El libro tiene tres partes, la primera se dedica a las artes. Aquí nos regala descripciones y sentimientos acerca de Chagal y sus láminas, las esculturas de Enri de Waroquier, los grabados de Flocon, entre otros. Este apartado es exquisito, no solo porque realmente provoca ver lo que él describió sino por la generosidad de sus reflexiones acerca de la estética y de cómo imprimen estos artistas arte en sus obras. Las reflexiones de Bachelard van más allá de la producción en sí, sino que despega a un sinfín de interpretaciones acerca del autor y del bien logrado resultado. Debo reconocer que el dato que más me atrapó se relaciona con que el autor conoce, habla, intercambia ideas y hasta pide obras a estos artistas. Es como describir un Van Gogh y charlar con el mismo Vincent acerca de cómo hace su tarea y de por qué nos provocó determinadas ideas / sensaciones / sueños. De esta primera instancia, me quedo por sobre todo con “El tratado del Buril de Albert Flocon”
La segunda parte, referida a literatura es un poco menos soñadora y más analítica. La cantidad de ideas disparadoras que despliega acerca de la literatura y la poética es abrumadora. Hacía tiempo que no me renovaba de ideas, que no buscaba palabras desconocidas en el diccionario, que no buscaba datos de escritores o corrientes literarias. Su primera producción refiere a mi amadísimo Balzac y su “Serafita”. Realmente me pareció reveladora su relación con Swedenborg y esta idea de las dos naturalezas del mismo ser. Realmente este capítulo merece ser leído y pensado. Ni siquiera es necesario haber pasado por la obra de Balzac. El análisis de la poesía de Paul Eluard me ha devuelto las ganas de volver a leer poesía, algo que tengo abandonado desde mi niñez. En fin, todos los capítulos de esta segunda parte desbordan de brillantez. Me quedo con todos, pero si debo elegir uno será la reflexión acerca de la crítica literaria de Jean Paulhan.

El tercer y último apartado se llama divagaciones. Y, no queriendo ser cruel con Bachelard entiendo la nota citada al principio de por qué no hubiese querido publicar estos artículos. Son mas bien pensamientos dispersos sobre ciertas temáticas: la radio, el espacio onírico, la máscara. En su mayoría están relacionados a cierta interpretación psicológica. Desde mi humildísima comprensión son más bien ideas sin desarrollar, algunas incluso me parecen desbordadas de puntos inconexos y no pensados en profundidad: me refiero sobre todo al capítulo sobre la máscara, donde desarrolla algunas ideas de Roland Khun y el análisis psicológico de la disimulación. A mi parecer es altamente discutible poner el travestismo, el engaño y la falsedad en un plano de máscara donde si se estudia “científicamente” aparecerían las máscaras que la gente pone en juego. Digamos que para mí se pierde el ser y no sé hasta qué punto la máscara es inherente a él, ¿por qué alguien que se trasviste posee una máscara? ¿No puede ser esta la revelación de su ser y no una disimulación? Bueno, hay mucho para cortar.
Finalmente me permito algunas sensaciones. Creo que Bachelard en este libro abre un camino, el camino de no solo describir sino de tomar obras de arte como disparadores de reflexiones muy personales. Más cercanas al placer de uno, a su voluntad de soñar que a una rigurosidad científica. La abundancia de su conocimiento y la humilde admiración que profesa por cada artista que nombra es destacable. Su lenguaje reflexivo y poético nos permite pasear por las hojas con un placer y una paz que pocos escritores provocan. En lo personal, fue una fiesta del pensamiento, un aliciente para el alma y una oportunidad de admirar a aquellos que provocan estas ganas de saber más.

“El grabado es el arte que, entre todos, no puede engañar. Es primitivo, prehistórico, prehumano. Y la concha grabó su manto en la inspiración de la sustancia de su piedra.(…) el grabado no se contempla, se reacciona, nos aporta imágenes de despertar. No es solo el ojo el que sigue los rasgos de la imagen, pues la imagen visual lleva asociada una imagen manual y esa imagen manual es la que verdaderamente despierta el ser activo en nosotros. Toda mano es conciencia de acción” Parte I, Materia y Mano, página 70.

“Fleurs de Tarbes plantea un problema que hasta ahora han pasado por alto los psicólogos estudiosos del lenguaje. Es el problema de la lengua castigada, del lenguaje vigilado, del lenguaje rectificado, del lenguaje al que se concede un valor literario. Esa valorización aun no había encontrado su filosofo, La crítica literaria que valora las obras jamás ha expuesto francamente su sistema de valores literarios” Parte II, Una psicología del lenguaje literario: Jean Paulhan, página 179

El Derecho de Soñar, G. Bachelard, Fondo de Cultura Económica, 1998 [1970]

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lunes, 8 de diciembre de 2008

BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA – Luis Alberto Romero

La verdad es que desde siempre me gustó leer historia y, fue una de esas otras tantas carreras que me hubiese gustado hacer. Recuerdo que de niña me colgaba de los libros de historia que tiene mi madre y me extasiaba tratando de armar una cronología sobre el antiguo Egipto. Como sea, hay cantidades de libros de historia rondando las bibliotecas de cada casa o cualquier librería; lo que me parece que no hay muchos es historiadores con tremenda eficacia simbólica al momento de escribir sobre la historia. Para mí, y estoy hablando en primerísima persona, Romero es uno ellos. Y con esto hablo de métodos y formas, mas no de miradas ideológicas.

Todos sabemos que la historia se estudia por procesos, todos sabemos que los distintos actores que confluyen en los hechos deben ser identificados, tanto como las dimensiones relacionadas a la economía, sociedad, política, cultura, etc. Sin embargo, lo que todos sabemos muy pocos los aplican.

Llegué a este libro buscando apoyo histórico para una sección de mi tesis relacionada a la universidad.
Si bien, ya había leído libros sobre historia de la universidad necesitaba afianzar y situar a esta institución en relación al contexto. El libro de Romero trata básicamente de la historia del último siglo de nuestro país. Comienza por 1916 con la asunción de Irigoyen y culmina, en la segunda edición que poseo, con los 10 años de menemismo. Como imaginarán hay mucho para leer y otro tanto para reflexionar. 

Desde ya no voy a hacer un repaso del libro porque es imposible pero sí quiero dejar en claro por qué me gusta leer a Romero y de qué hablaba al decir eficacia simbólica. El libro es de una lectura sencilla y, si bien se usa en estudios de historia, puede leerlo un amplio público. Romero es un autor que contempla todas las dimensiones, si habla de economía también habla de los intelectuales. A mi gusto, incluye como pocos el rol de los medios de comunicación cuyo papel no ha sido menor a lo largo de la historia. A su vez, tiene una redacción muy clara y se entiende a qué apunta en cada capítulo. No es para nada mezquino en incluir ciertas anécdotas ilustrativas que acompañan amenamente el devenir de los hechos y por sobre todo, es un autor que incluye su punto de vista. Su mirada está “en un punto y aparte”, bien clara e identificada. En ese sentido es mucho más sincero que otros. 

Su estilo, me resulta muy agradable, me parece muy similar a como escribe Eric Hobsbawm, uno de mis historiadores favoritos para leer (http://es.wikipedia.org/wiki/Eric_Hobsbawm ) Por otro lado, Romero trabaja con variadísimas fuentes y autores de distintas disciplinas, cosa que sinceramente he visto muy poco en otros libros, y que hace mucho más jugosa la exposición además de dar disparadores para ampliar cada hecho. 

Respecto de nuestra historia contemporánea en sí, quiero rescatar el planteo que hace Romero al comenzar este libro. Sus preguntas guías se basan en el lugar de Argentina en el mundo, que como imaginarán cambió bastante de 1916 al 2000. Otro punto es “las características, funciones e instrumentos que debe tener el Estado para garantizar lo público, regular y racionalizar la economía, asegurar la justicia y mejorar la equidad en la sociedad” (me permití citarlo directamente desde el prólogo porque está clarísimo), el tercer punto que tuvo en cuenta fue – y esto sí me parece fundamental- el rol de los intelectuales y la cultura en cada proceso- en términos de detectar pautas que permitan un pensamiento crítico, riguroso pero a la vez comprometido. Estos tres aspectos derivan en el rol de la política y sus armas para lograr una sociedad más democrática y justa. No es un planteo sencillo pero es interesante leer el libro a través de estos interrogantes. 

Por último, considero que es realmente necesario leer la historia: la nuestra, la del mundo, la de lo que nos rodea para permitirnos pensar con argumentos, tomar postulas centradas en los hechos y para –fundamentalmente- repensarnos a nosotros mismos como sujetos de esta sociedad. 

  “En 1967 los obispos del Tercer Mundo, encabezados por el brasileño Helder Camara, proclamaron su preocupación prioritaria por los pobres –reales, y no solo de espíritu-, así como la necesidad de comprometerse activamente en la reforma social y asumir las consecuencias de ese compromiso” [Cap. “Dependencia o Liberación, 1966-1976”: 179]
“En las grandes ciudades – sobre todo Buenos Aires y Rosario- la definición de identidades fue más compleja, el resultado menos unívoco, pero de consecuencias más espectaculares. Entre los sectores populares, la heterogeneidad cultural y lingüística fue superándose en la experiencia cotidiana de afrontar las duras condiciones de vida, que estimularon la cooperación y la constitución de todo tipo de asociaciones: mutuales, de resistencia, gremiales, en torno de las cuales la sociedad popular comenzó a tomar parte. Por otra parte, la convivencia permitía la espontánea integración de las tradiciones culturales y el surgimiento de formas híbridas pero de una vigorosa creatividad, como el tango, el sainete o el lunfardo, donde confluían los elementos criollos y los muy diversos aportados por la inmigración” [cap. “1916”:32] 
Breve Historia Contemporánea de la Argentina, Segunda Edición, José Luis Romero. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2007

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