domingo, 28 de diciembre de 2014

Ana Karenina - León Tolstói


Hace meses que terminé de leerla y le vengo dando vueltas a la idea de escribir. Es cierto, leo/leí muchos libros sobre los cuales no he escrito nada pero este tiene "ese no se qué". Quizás, mas que un pequeño resumen me base en sensaciones. Contar la historia puede ser una línea o veinte mil explicaciones. Es una novela muy generosa, vasta, abarcadora donde uno podría aferrarse a un personaje o a un momento histórico.


Solo como referencia diremos que comenzó a escribirse para ser salir a la luz como folletín, que se publicó en 1877 por primera vez y que, en tanto novela una novela se enmarca en el realismo literario; ese que te presenta hasta el mas mínimo detalle una sociedad: en este caso la alta sociedad Rusa a fines del siglo XIX, donde todo, como en aquel momento, tiene ese sabor francés con trasfondo local. Encontrarán muchas y muy buenas reseñas que podrán aportar detalle pero considero algo mas interesante contar cómo me fue con ella.

Al principio comencé a leerla con la avidez de quien siente que lo está aprendiendo todo sobre la vida (o al menos, esa vida, la que figura allí); luego caí en una especie de penumbra de lector donde pasaban los capítulos pero sentía que faltaban sucesos, hechos que hicieran avanzar la historia. No obstante seguí porque me desconsuela dejar libros por la mitad. Mi perseverancia dio sus frutos. Se pueden seguir las historias en paralelo, por personaje, por evento, como fuere... Lo cierto es que cada uno de los personajes y sus vidas que allí discurren podrían ser una novela entera. Las cosas se relacionan como al pasar pero entiendo que no es tanto ese el objetivo. Me atrevo a decir que es una novela concebida para la reflexión. Es imposible no revolver ideas sobre el mandato social, sobre la prisión de la idea religiosa, sobre la maquinaria del poder y tantas otras temáticas. Uno hasta discute con los personajes. 

A la idea antes escrita sobre que el objetivo de la novela es la reflexión sumo ese sinsabor de la resignación. Parece que o uno se amolda a los esquemas del deber ser o se aparta por completo; es decir, muere. Lo curioso, es que amoldarse se presenta finalmente no como imperativo sino como un "descubrimiento", una suerte de iluminación que se abre a nuestra mente y todo adquiere sentido a partir de lo que antes concebíamos como la nada misma.
Algunas tesis dirán que Lievin es Tolsloi ante sus propios debates, otros agregarán en quien se inspiró el personaje de Karenina... Yo veo que los debates no han cambiado tanto y temo, que la resignación sea la salida hacia una vivencia un poco mas optimista de la cosa social/individual. Esto ultimo no debe alentar a no leerla. Todo lo contrario, no hay momento en cada capítulo que no tenga mirada crítica y profunda de aspectos que -para no repetir lo anteriores-, incluyen la burocracia estatal o el arte mismo. Por eso es generosa, ya que nos pasea delicadamente por temas densos que como seres pensantes no podemos obviar debatirlos alguna vez al menos.

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