domingo, 13 de junio de 2010

DELIRIO - Laura Restrepo



Hay libros a los que uno le tiene desconfianza, pasa sus hojas con precaución y busca el más mínimo detalle para corregir, hasta que al llegar a la hoja 20 se da cuenta que tiene que empezar de nuevo con otro espíritu, con la confianza que brinda una buena historia redactada de manera muy atractiva. Y así fue como leí por primera vez a Laura Restrepo; la conocía es verdad, sabía de su vida intelectual y de su accionar político en Colombia, pero no había hecho ninguna otra aproximación.
Vuelto a comenzar el relato se nos presenta la locura, sin mayores vueltas ni explicaciones: Agustina se volvió loca y Aguilar – su marido- al estar ausente durante el episodio, trata de reconstruir y entender lo que sucedió a la vez que busca algún sentido en este presente. Uno podría pensar ingenuamente que es una historia sencilla. Sin embargo, el riesgo de trabajar con la locura como propulsora de la historia es grande, es dar coherencia a la incoherencia, es brindar algún código legible de lo que ocurre en un universo paralelo, es asir y detallar la experiencia de lo que vive un porcentaje reducido de la sociedad, ocultado y discriminado desde tiempos inmemoriales.
Y ahí está Aguilar -hombre bueno y genuino-buscando mientras espera que de algún momento a otro la vida se torne normal, mientras intenta encontrar algo de Agustina en esa mujer extraña, ausente, violenta, verborrágica, callada, ruidosa, asustadiza… Reflexiona sobre todo lo que no escuchó, sobre lo poco que sabe de la familia de su mujer, sobre su falta de curiosidad hacia determinados personajes y eventos; todo en un remolino de datos desperdigados.
En paralelo, el lector vive las historias encontradas de una familia, que es la de Agustina y parece que no podría ser la de nadie más, que tiene a un abuelo Portulinus con momentos de desvarío, y a una madre Eugenia que trata de preservar las apariencias como en toda “buena familia” y a una tía Sofi que hace “cosas raras”, a un padre que ama por sobre todo y a un hermano – el Bichi- que participa de un secreto sagrado. Todo se mezcla en el presente, en una sociedad colombiana sacudida por la ira de Pablo Escobar, en una clase alta colombiana imbuida de la gracia y la beneficencia que le toca por relacionarse a ocultas con Pablo Escobar…
Hay mucha información en el relato, pero no hay caos; provoca al lector a atar cabos, a entender un poco más y a permitirse exigir que todo lo sucedido deba tener un final esperanzador. Nada es como uno lo imagina hasta el final; y la verdad, el final me pareció delicioso. Simplemente hay que leerla, dejarse llevar y proponerse darle la densidad que merece cada párrafo. Solo me queda un “gracias Ani por el regalo”.
“El Midas McAlister le cuento a Agustina que en medio de la barahúnda y de la borrachera los jugadores de polo le gritaban a la Araña, que seguí en el suelo, Párate, Araña, no seas maricón, no seas aguafiestas, no te tires la velada, y mientras tanto la Araña allá abajo, a oscuras y entre el barro y boqueando y encomendándose a Dios, sin poder moverse porque según se vino a saber más tarde acababa de tronarse el espinazo contra el filo de la roca, Unos después, cuando se percató de que todavía estaba vivo, se hizo llevar a Houston Texas en avión particular, a uno de los megahospitales donde en su momento llevaron también a tu papá, le dice el Midas a Agustina, porque en este remedo de país a todos los platudos que se enferman se les da por peregrinar a Houston Texas convencidos de que en inglés sí los van a resucitar” Delirio:22
Delirio, Laura Restrepo, Punto De Lectura, España, 2004

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