sábado, 5 de diciembre de 2009

UN MUNDO FELIZ – Aldous Huxley

No lo compré yo, no sabía o no recordaba que existía aunque parece que fue la inspiración de muchos y, finalmente, no veía la hora que terminen de leerlo para “apoderarme” de él. Huxley fue un escritor inglés de corriente anarquista que murió en 1963. Su obra parece estar caracterizada por la ironía, la crítica inteligente y una fuerza creativa alarmante. http://es.wikipedia.org/wiki/Aldous_Huxley
En particular, Un mundo feliz (Brave New World) fue escrita en 1932. Nuestro autor imagina un futuro que transcurre en el año 632 DF (Después de Ford) donde el consumismo ha triunfado y todos viven en una sociedad armoniosa divida en 10 zonas seguras. Los seres humanos son “fabricados” cual cadena de montaje para pertenecer a determinados grupos y para que cumplan tareas que, por mas feas que sean, los hagan sentir felices. Para poner un ejemplo grosero, el que es creado in vitro para trabajar en los campos 12 horas por día recibirá desde su gestación información que lo haga sentir bien haciendo esto. No puede existir la tristeza porque no hay espacio para el pensamiento o para los sentimientos bruscos. “Todos pertenecen a todos”: no forman parejas, sino que la sexualidad es libre desde niños, no se permite el embarazo para no desarrollar apegos, nada de literatura antigua, no existe la religión o mejor dicho la religión es el consumo; y si por algún motivo alguien se sintiera agotado o deprimido existe una droga, “el soma”, que te devuelve al estado de felicidad.
Desde ya todo esto es descripto y vivido por los personajes del libro como algo natural, aunque claro, algunas personas de las gamas mas inteligentes se permiten plantear algunas dudas. Sin embargo no llegan del todo a entender qué les sucede en la medida en que no conocen otra forma de vida, a excepción de algunas “reservas” salvajes donde los humanos viven como en siglos pasados. Pero estos lugares están aislados y no son de simple acceso, generan rechazo y sentimientos de asco. Desde ya nuestra historia contará lo que sucede cuando dos civilizados se adentran a una de estas reservas.
Por ser una novela relativamente corta (unas 200 páginas) Un mundo Feliz tiene una tremenda cantidad de información, es riquísima en descripciones que no aburren para nada, y tiene irónicos guiños a la realidad y a la teoría social; desde los nombres de los personajes: Lenina Crowne, Henry Foster, Bernard Marx, entre otros, hasta las discusiones o planteos que se llevan a cabo. De alguna manera, traduce esa obsesión de los seres humanos por llegar a una sociedad ideal gobernada por una casta inteligente que todo lo digite, al fin y al cabo, no es más que el deseo de La República de Platón. Huxley se permite aquí un histriónico pesimismo con el profundo planteo de ¿qué hemos dejado atrás para lograr esta utopía de la felicidad?
En la introducción a la edición que tengo, Huxley hace una especie de autocrítica de algunas cosas que podría haber mejorado. Recomiendo leer esto al final y me permito ahora expresar lo que sí me parece –humildemente- bien logrado: llegados al siglo XXI nuestra sociedad cada vez es más parecida a lo que el autor se permite imaginar en los años 30, están claramente bien desarrolladas las limitaciones de la mentalidad de los personajes (excepto el caso del salvaje); cuando uno lee siente hasta impotencia de que no puedan razonar mas allá. Y por último, resulta de gran interés los diálogos que explican cómo se llegó a esta civilización y cuantos ensayos pasaron antes: una comunidad de Alfas (casta superior) donde todo terminó destruido, etc.
Como historia de ficción me gustó muchísimo, me hizo sonreír irónicamente más de una vez, me invitó a buscar información y me permitió imaginar cómo sería un futuro que tiende a la homogenización, a la satisfacción inmediata y a evitar todo pensamiento crítico. De más está aclarar que no me pareció que fuera mejor, pero queda esa triste beta que te hace decir “bueno, al menos son todos felices”. En palabras del mismo Huxley, el problema de la felicidad consta en lograr que cada uno ame su propia servidumbre.
“En cuanto entraron, una enfermera se levantó y se cuadró ante el director.
- ¿Cuál es la lección de esta tarde? – Preguntó éste
- Durante los primeros cuarenta minutos tuvimos sexo elemental –contestó la enfermera- Pero ahora hemos pasado a conciencia de clase elemental.
El director paseó lentamente por la extensa hilera de literas. Sonrosados y relajados por el sueño, ochenta niños y niñas yacían, respirando suavemente. Debajo de cada almohada se oía un susurro. El DIC se detuvo, e inclinándose sobre una de las camitas escuchó atentamente.
- ¿Conciencia de clase elemental? –Dijo el director. Vamos a hacerlo repetir por altavoz.
‘… todos visten de color verde –dijo una voz suave pero muy clara, empezando en mitad de una frase-, y los niños Delta visten todos de color caqui. ¡Oh, no, yo no quiero jugar con niños Delta! Y los Epsilones todavía son peores. Son demasiado tontos para poder leer o escribir. Además, visten de negro, que es un color repugnante. Me alegro mucho de ser un Beta’.” [Cap II:35]
Un Mundo Feliz, Aldous Huxley, Editorial Debolsillo, 2009, Buenos Aires.

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domingo, 22 de noviembre de 2009

LE MOULIN DE LA GALETTE – van Gogh

Van Gogh, Vincent Le moulin de la Galette, 1886 óleo sobre papel entelado 61 x 50 cm

Hablábamos con Mariana acerca de sus posibles clases de pintura y de cuáles eran sus pintores favoritos; tomé nota de ello para recomendarle algún libro sobre estos temas que le fuera de interés. Tarea que todavía no he cumplido debido a la gran diversidad de publicaciones y a que muchas de ellas son de excelente calidad. Entre uno y otro artista, surgió el nombre de Van Gogh y recordé que en el nuestro Museo de Bellas Artes de Buenos Aires existe un único cuadro de él: “Le Moulin de la Galette”; sugerí la idea de describirlo para el blog y, Marian, esta parte sí la cumplí. Así, me encaminé hacia allí a sentarme un rato bajo su luz, a describirlo con el mayor detalle posible y a recordar mis caminatas por el barrio de Montmartre donde saqué todas las fotos posibles del Moulin de la Galette que queda en pie.

Me gustó la idea de comenzar a describirlo desde arriba, quizás por la perspectiva del cuadro y por ese cielo inmenso de un preponderante celeste claro. Algunas nubes difusas en color blanco o gris pasan por él. Abajo, hacia el horizonte, hay manchas de color naranja-rojizo, mostrando que el sol anda “por ahí atrás” dando paso a la futura noche. Desde este horizonte, en el límite entre el cielo y la tierra vienen hacia el frente dos faroles de alumbrado público, desdibujados, apenas unos palos de color marrón que parecen evitar la atención de la mirada. Entre ellos se ve un esquema de construcción tipo glorieta en color bordó y verde, con dos manchas que podrían ser dos pájaros. El último y más próximo farol se encuentra a centímetros de una escalera y de una larga mancha color verde-azulado, que parece ser una madera tipo puente al piso.

La escalera que lleva a la entrada del molino se ve precaria, tiene muchos escalones que mirados desde lejos muestran claramente sus huellas de pertenencia a algún árbol. Están dibujados con un color marrón sucio y algo de amarillo que aporta luz. Las barandas son muy finas y se pierden a medida que se acerca la escalera al suelo. Esta última proyecta una sombra gris pero sin mucha forma que muere al comienzo de la pared del molino. Allí donde termina la sombra y al costado del molino hay una pequeña construcción –parece una especie de choza- oscura y sin mayor forma, donde puede verse una entrada o puerta. A su derecha, nace el molino. Se distingue cada tabla de madera que lo compone en color marrón, amarillo y azul, nunca mezclados sino superpuestos, contaminados y opacos. Las maderas de la pared que se nos presenta más próxima sobresalen, pues son más largas que lo necesario para estar unidas a la pared de atrás, como si nadie se hubiese molestado en medirlas.

Sobre la puerta del molino hay una suerte de balcón o mirador rodeado de una baranda mínima y delgada. Subiendo la mirada un poco más, aparece un techo con caídas de agua y una ventana redonda en color blanco. Arriba de este, una pequeña terraza con baranda, dos banderines verdes y un mástil que sirve para soportar el farol y la bandera francesa. Atrás de toda la construcción, se ven partes de dos aspas enormes que “terminan fuera del cuadro” en un color marrón intenso.

Frente a la casa, tenemos una pareja, que lleva marcados sus contornos. La mujer viste de largo y el hombre, que parece llevar un sombrero, viste de azul. Están muy juntos, abrazados y mirando de frente al pintor. Son campesinos, pura sencillez de las formas. El suelo que pisan y sobre el que descansa todo el cuadro parece arenoso, amarillo y gris.

Hasta aquí lo que me muestra el cuadro. Como todo, hay obras más o menos representativas, pero en el caso de Van Gogh, por lo que he podido ver en distintos museos, cada cuadro es muy original en el sentido de los colores y pinceladas. Desde ya quienes saben de esto dividen en períodos, técnicas, corrientes pictóricas y demás lo que uno puede anotar de manera intuitiva. Este cuadro, como otros tantos pintados por Vincent durante el periodo 1886-1887 mientras vivía en París e incluso sobre vistas muy parecidas del moulin Blute Fin y del moulin Radet, tiene su fuerza en la pincelada pero también en el las líneas que dibujan el contorno. Son trazos sintéticos pero demarcadores que van dando paso al post impresionismo.

En cuanto al París del momento, a la historia de Montmartre y el Moulin de la Galette hay mucho pero mucho por decir. Simplemente menciono aquí, que esta zona en ese entonces era rural; había viñedos, algunos de los cuales persisten al día de hoy. Ya en la época de Vincent aparecen los cabarets y el movimiento de la bohemia. Es increíble ver como en las manzanas que rodean al Moulin de la Galette en la actualidad, se encuentra el Lapin Aguile y un pequeño viñedo. Caminar por sus calles implica vivir toda esta historia al mismo tiempo, entremezclada con la de nuestros días.

Dejando de lado la descripción y los comentarios generales, paso a terminar la entrada con lo que me pregunté mientras observaba el cuadro, ¿en dónde radica su belleza? Y me respondí, “definitivamente en la perspectiva, en el inmenso molino y en el cielo celeste que todo lo abarca, en la claridad. Los humanos parecen mínimos”.

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Algunos links de interés:

http://historiasvangogh.blogspot.com/

http://es.wikipedia.org/wiki/Vincent_van_Gogh

http://www.mnba.org.ar/obras_autor.php?autor=362&opcion=1

miércoles, 11 de noviembre de 2009

LA DUQUESA DE LANGEAIS – Honoré de Balzac

Hay algunos escritores –pocos quizás- que jamás nos defraudan; sabemos que si tomamos un libro de ellos seguro nos gustará y acudimos a ellos cuando necesitamos regular las ganas de experimentar con nuevas lecturas. Para mi representan un “volver a casa”, a la lectura que discurre placentera, que nos infunde sensaciones, que nos invita a pensar en algunas cosas muy básicas del ser humano y de la sociedad: Balzac es para mí uno de esos adorados escritores y quizás es por ello que escribo poco sobre él a pesar de haberle dedicado muchas horas de lectura de sus obras, horas de librería en búsqueda de obras de él o sobre él, horas de internet buscando información y mayor comprensión, horas de caminatas por París buscando la Maisón Balzac.

La Duquesa de Langeais es en esencia una historia de amor: nos encontramos con el General Armand de Montriveau, un hombre reconocido en la sociedad parisina por sus aventuras en áfrica y que parece no conocer mucho de los juegos sociales y sus apariencias; y por otro lado Antoinette, casada con el duque de Langeais, que disfruta de su vida social, de tener tras de sí muchos galanes y de jugar con ellos a su antojo. Si bien podemos imaginar qué sucesos puede deparar el encuentro de estas dos personas, la forma en que se suceden los hechos en la novela y su final no desconciertan pero sí atrapan.

La Duquesa de Langeais forma parte de “la Historia de los Trece” junto a Ferragnus, Jefe de los devoradores” y “la Muchacha de los ojos de oro”; esta trilogía es escrita por Balzac antes de su inspirador proyecto de la Comedia Humana. Sin embargo las incluirá luego. Al fin y al cabo, estas historias nos presentan verborrágicas páginas donde se describe a la sociedad del momento con un tono por demás crítico. La novela que nos toca (del año 1836), parece empecinada en mostrarnos a Paris y su aristocracia como un suceso en decadencia, donde ya los brillos no tiene razón, donde las clases altas no saben adaptarse inteligentemente a los tiempos que corren ni manejar el poder, donde la burguesía adquiere su peso… donde sin más… que lo que se vive es un restauración mímica de lo que fue alguna vez la sociedad parisina pre-revolución de 1789. Cuando se trata de describir cómo es una sociedad, cómo se comportan sus personajes destacados y cuáles son sus hábitos indefectiblemente se incluye una dimensión política. Y en este sentido el narrador no escatima en explayarse en cómo ve el nuevo sistema de gobierno, en qué rol debe tener el pueblo y la aristocracia en este juego político; y en señalar agudamente el devenir de la historia, usando a todos los personajes inteligentemente. 

Curiosamente, Balzac solía escribir en soledad por unas quince horas diarias. Su casa alquilada bajo otro nombre (nuestro escritor vivió casi toda su vida endeudado) en el barrio Chaillot http://www.ciudadluz.net/escri/balzac.htm , que hoy es un museo, trata de reflejar su forma de trabajo. Simplemente uno se pregunta de dónde sacaba tanta información para escribir su Comedia Humana. La duquesa de Langeais no parece escaparse a la dinámica de la relación que mantuvo el propio Balzac con Ewelina Hańska, una condesa de origen polaco… Pero eso es solo suposición mía. 

http://es.wikipedia.org/wiki/Honor%C3%A9_de_Balzac

“En lugar de mostrarse protector como un grande, el faubourg Saint-Gemain fue ávido como un advenedizo. Desde el día en que se le demostró a la nación más inteligente del mundo que la nobleza restaurada organizaba el poder y el presupuesto a beneficio propio, desde ese día, quedó mortalmente enferma. Quería ser una aristocracia cuando no podía ser más que una oligarquía, dos sistemas bien diferentes…” Capítulo I:48
La duquesa de Langeais, Honoré de Balzac. Editorial Losada, Buenos Aires, 2009. 

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miércoles, 28 de octubre de 2009

TITANES DE LA POESIA UNIVERSAL- Anaconda Ediciones

Hoy asumo un desafío, el de abrir este libro que estuvo en mi vida desde que nací. Lo veo todo amarillo y perdió casi su encuadernación, algunas hojas medias rotas, dobladas y una que otra suelta. Sí, son marcas de lectura que han pasado de una generación a otra. Cuando chica, mi madre me enseñaba a declamar. Recuerdo muchas inmensas noches de viernes sentados en familia con este libro eligiendo autores y poemas para leerlos, interpretarlos, vivirlos. Hoy tengo el libro en mis manos y se me hace un cosquilleo en el estómago, lo miro y sonrío… me emociona. 
Los titanes de la poesía universal es un nombre ambicioso y muy adecuado a su época de impresión (1958); la idea de los editores fue de alguna manera resumir en un libro las poesías más destacadas de todos los tiempos tomando como base de selección “su sentimiento, su lirismo y su agradable arquitectura” (Nota Editores) y tratar de representar todas las opciones posibles, desde la lírica hasta cuentos y fábulas versificados. Así nos encontramos con casi 200 páginas y unos sesenta autores que nos regalan lo más delicioso de sus versos. Al recorrer las páginas encuentro letras bellas: “Lo que yo quiero” de Almafuerte, “Era un jardín sonriente” de Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, “Del salón en el ángulo oscuro” de Becquer, “Por eso” de Miguel Camino, “Quién sabe” de José Santos Chocano, “Loreley” de Enrique Heine, “La copa del rey de Thule” por Goethe… En fin, la variedad es grande y el gozo de leerlo también. Como reflexión, y quizás auto-exhortación, deberíamos leer un poco mas de poesía. En lo personal, me da cierta paz… me abstrae y por supuesto, adoro memorizarlas para irlas diciendo por la calle. Algunos cantan… otros nos dedicamos a estas plegarias!

“Me besaba mucho, como si temiera Irse muy temprano… Su cariño era Inquiero, nervioso. Yo no comprendía Tan febril premura. Mi intención grosera Nunca vio muy lejos… ¡Ella presentía! Ella presentía que era corto el plazo Que la vida herida por el latigazo Del viento, aguardaba ya… y en su ansiedad Quería dejarme su alma en cada abrazo, Poner en sus besos una eternidad”
Me besaba Mucho, Amado Nervo: 134 Ediciones Anaconda, Buenos Aires, Argentina, 1958

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domingo, 20 de septiembre de 2009

GAUDI ALBUM CIENTIFICO – Juan José Lahuerta

Hace poco más de un año me encontré buscando un libro relacionado con arquitectura pero que de algún modo la trascendiera. No quería planos, fotos o medidas; necesitaba regalar algo distinto que hiciera al tema pero que presentara un abordaje diferente. Así, en plena pesquisa y casi dándome por vencida di con este libro sobre Gaudí. Mi contacto con su obra no había sido muy profundo ni mucho menos, algún documental sobre la casa Batlló, una muestra en el Centro Cultural Borges “Domenech – Gaudí Patrimonio de la humanidad” en el año 2007 y alguna que otra lectura curiosa sobre sus obras más conocidas. Pero basta con tener presente cualquier obra de este arquitecto (mas no sea la Sagrada Familia) para saber que si de él se trata seguro es “sabroso”.

Juan José Lahuerta emprendió este trabajo para exponer las creaciones de Gaudí con un sentido original y por tanto, no exento de necesarios recortes. Básicamente, nos deja recorrer las obras a través de las tarjetas y postales de su época. Lo maravilloso de este libro es que, sabemos que Gaudí fue muy reconocido en vida (su muerte trajo aparejado un cierto abandono y desdén por su obra que duró al menos dos o tres décadas) y por tanto sus obras enorgullecían a la moderna Cataluña haciendo epicentro en la creciente ciudad de Barcelona. Sus creaciones eran objeto de series de postales hasta para celebrar El Congreso Mundial de Esperanto (1909) Nuestro arquitecto, defensor de la cultura catalana, ferviente religioso y genio creativo, había pasado por diferentes estilos hasta recalar en su “propio” modernismo: uno que mezclaba la frescura de la naturaleza con las líneas de las nuevas sociedades. Derivado de todo ello estas postales nos entregan sus obras en pleno desarrollo: cada foto muestra nuevos motivos en las obras que ya provocaban admiración sin estar terminadas aún. Hay cientos de postales sobre La Sagrada Familia y casi ninguna es igual, se le van sumando partes nuevas. Lo mismo sucede con el Parque Güell o la Casa Milán. Estas postales no solo nos entregan la obra de Gaudí sino que además nos permiten ver qué iba sucediendo en el entorno urbanístico.

Y no me canso de decir que todo tiene un plus; en lo personal fue una de los aspectos que más me entusiasmó de la publicación. Las postales reproducidas fueron enviadas por personas que o vivían allí o estaban de paso. Lahuerta hizo un hermoso trabajo donde en la página izquierda reproduce lo que se escribió en la postal para ser enviada (detalle de la dirección y dedicatoria) y a la derecha la imagen postal propiamente dicha con su fecha aproximada, número de serie y cualquier dato que revele la casa de impresión o detalle sobre la obra de Gaudí mismo. En cada caso esta información se encuentra traducida en tres idiomas: español, francés e inglés. Me gustó particularmente hacer una lectura de los mensajes que contenían las propias postales: muchas enviadas para saludar a alguien por el día de su santo, otras para mostrar cómo era la Barcelona moderna, otras que puntualizaban la maravilla de la obra fotografiada y otras hermosamente cotidianas que detallaban que necesitaban el vestido terminado para el domingo, que ya se habían repuesto de una enfermedad o que indicaban que objeto esperado no había llegado. Como señala Lahuerta “puede sentirse la agradable tensión de las cosas de cada día y la hermosa y al mismo tiempo extraña familiaridad con la que la imagen de una ciudad es vivida, usada y expuesta por sus habitantes o sus visitantes” (Nota Preliminar) Por supuesto, entre tanto anónimo enviando tarjetas bien brilla una postal dedicada a Picasso enviada por André Bretón o una en la que la forma de leerla implica intercambiar la a con e, la o con la i y la o con la m.

Cuando mi regalo llegó a las manos de su destinatario, me hizo una pregunta muy sencilla pero a la vez difícil de responder: ¿cómo se lee un libro así? La verdad es que no lo sé, tampoco sé por qué se llama “álbum científico”. Simplemente gusté de pasar sus páginas, de leer las dedicatorias y de fascinarme con esas imágenes de la obra de un autor tan polémico como único. http://es.wikipedia.org/wiki/Antoni_Gaud%C3%AD

“Mi querida Gatita, eclipse total de mi mente… hambrientos acabamos de dar un paseo de tres horas por las antiguas calles tan anticuadas y curiosas y que te divertirían mucho – después hemos visto el museo donde los cuadros oscuros van desapareciendo ante una vida más verdadera y a hermosos candores. Ayer volvimos a ver esta maravilla extraordinaria de la cual esta postal solo te dará una pequeña idea…” (Templo de la Sagrada Familia/Barcelona: 24)

Gaudí, Albúm Científico. Editorial Triangle Postals, París, 2003

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