jueves, 9 de noviembre de 2017

LA PINTORA DE LA REINA - Genevieve Chauvel

  • Edhasa -
    ed. (2006) Barcelona
Reconozco que por mucho que uno haya andado estudiando la historia francesa  - de la Revolución de 1789 al menos - y sumado paseos por Versailles o el Louvre por mencionar solo algunos espacios característicos poco sonaba a mis oídos el nombre Elisabeth Vigée Le Brun. 
Ser un artista de cualquier corte europea no era cosa sencilla y, en el caso de los pintores, mas allá de definir lo mas tempranamente posible su orientación (retratista, histórico, religioso, etc) y comenzar a hacer carrera debían pasar estrictos exámenes académicos. Este libro trae consigo toda esa deriva a través de una historia relatada en primera persona por Elisabeth en su "diario íntimo". Así discurre toda su vida con cada entrada de página, desde una linda relación con su padre -también pintor- que se vió truncada por su muerte cuando ella aún era niña, hasta sus ensayos, estudios y persistencia en el campo del retrato donde comenzó a destacar por la impronta poco acartonada que daba a su retratados. Tanto esfuerzo hizo que su fama llegara a oídos de María Antonieta en 1779 que parecía estar desconforme con los cuadros que se hacían de ella. 
Mademoiselle Le Brun relata en su diario, casi con redacción de teenager, la emoción que le provoca ir a palacio y pasar tiempo con María Antonieta a quien adora desde el primer instante.  Ser pintor de la corte trae aparejado encargos por cientos de todos quienes pretendiesen estar a la moda lo cual conlleva una pesada carga de trabajo para una mujer a quien además, se le exige ser madre.  Transcurrieron algunos años entre  intrigas y envidias de palacio que son la parte necesaria del camino hacia la cúspide de su carrera hasta que la Revolución arremete violentamente con su mundo conocido y, una mujer - pintora que jamás había salido de las afueras de París se ve obligada a huir y emprender un viaje que la llevara por Italia y Rusia. Allí relata desde como le proporcionaron un salvoconducto para salir de Francia hasta cómo fue recibida y comenzó a trabajar en el exterior. Su fascinación por el arte de la Italia renacentista es patente y disfruta a cada momento de pasear por sus galerías de arte.

Elisabeth Vigée Le Brun es un personaje histórico de lo mas interesante, mas aún cuando se es mujer y la pintura no es un pasatiempo sino un trabajo rentado que hace al sustento de la familia. En cuanto al libro en sí, como anoté en marzo de este año cuando terminé de leerlo: "me gustó porque me gusta el arte y la historia. Creo que alguien que no tuviera mayores conocimientos de la época histórica se sentiría perdido. Es cierto que se asimila a un diario íntimo pero no lo parece . Es tan pulcro y correcto que hasta suena anodino, ni un infante se presenta tan bueno a sus propios pensamientos. Me quedo aquí con la idea de que la escritora habrá estudiado diarios reales del momento. La lectura es ligera y el tema es muy bueno... pero esperaba otra cosa"
Seguro habré estado ante alguno de sus cuadros y hasta quizás me gustaron pero ahora, post conocimiento de su historia, deseo volver a pasearme por ellos.

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