sábado, 25 de octubre de 2008

EL DERECHO A LA PEREZA – PAUL LAFARGUE

Paul Lafargue (1842-1911) es un autor muy particular en su forma de encarar las temáticas políticas y por tanto polémicas que le tocó vivir. En particular he leído dos libros de él (ambos rescatados de algún sótano de librería y que me fueron regalados por Luiggi a quien agradezco profundamente haberlos encontrado!!!), este que presento hoy y otro titulado “Por qué la burguesía cree en Dios” al cual dedicaré una entrada próximamente. Pero antes de meternos con “El derecho a la Pereza” me parece interesante hablar un chiquitín de su autor.

Lafargue es hijo de franceses y nace en Cuba donde realiza sus primeros estudios. Luego la familia volverá a Francia y nuestro autor terminará recibiéndose de médico; profesión que nunca ejerció. El paso por la universidad le sirve para encontrarse con personas como Pierre Proudhon (padre del anarquismo http://es.wikipedia.org/wiki/Pierre-Joseph_Proudhon ) y posteriormente con Karl Marx (no hace falta poner quien es…) El joven Lafargue comienza a militar por las causas del proletariado, llega a participar de los hechos de la comuna de París de 1871, va a la II Internacional Socialista (1889), polemiza con los anarquistas, publica artículos en diarios, va y viene todo el tiempo en su compromiso político. Entre tantas idas y venidas no solo se interesa por la teoría marxista sino que se entusiasmó demasiado y le gustó la hija de Marx (Laura) con quien se casará. Esto determina que los libros de Lafargue nos permitan escudriñar a su vez la vida de Marx y sus recuerdos, lo cual es una canal maravilloso para humanizar y contextualizar la vida de estas personas. Su relación con Marx y su forma de morir la haré objeto de la entrada sobre el libro “Por qué la Burguesía cree en Dios”, aunque claro, los invito a ustedes también a curiosear un poco más sobre Paul Lafargue.

El Derecho a la Pereza es un libro político que recopila los discursos en torno a la larga batalla que han llevado los trabajadores por liberarse, aunque sea un poco, de la explotación de largas jornadas laborales. Los argumentos son obvios y sencillos; sin embargo, parece que hace falta que Lafargue los escriba para que uno los razone y vea no sólo su pleno sentido sino su posible aplicación a nuestra realidad de un siglo después.

El libro está organizado en tres partes, la primera de las cuales recapitula cómo es la organización del trabajo en la industria europea y la vida a la que es sometida el obrero. Pero no queda en la denuncia sino que propone cómo podría superarse esta instancia. Estos son una serie de artículos recopilados que el autor publicó en el periódico socialista “La emancipación”. La segunda parte trata sobre todo lo relacionado con el derecho a la pereza y la importancia del trabajo estrictamente necesario; a la vez que demuestra como se ha mutilado y hecho miserable a la clase trabajadora a través de la cultura del trabajo cuasi esclavista. Entiende que a 100 años de la invención de la máquina habría que usarla provechosamente en vez de cada vez estar más sometidos. La última parte, llamada “la religión del capital” recopila una serie de semblanzas capitalistas de la época: así tenemos el padrenuestro del capitalista, el credo, el ave miseria, etc. Todo remite a la conformación de una nueva religión del capital que retoma postulados cristianos y las lleva al extremo. De alguna manera podemos ver aquí la visión de la burguesía y sus intereses plasmados. De esta última parte recomiendo puntualmente “El Congreso de Londres” y de las anteriores, la historia y los distintos sentidos que fue adquiriendo el concepto de pereza, ¡es maravilloso!

El libro en general es muy interesante; es como un gran panfleto político lleno de “verdades” que se transmiten con claridad e ironía. No es para nada raro que uno esboce una sonrisa o simplemente se ría ante la forma de expresar hechos o postulados. Lafargue apuntaba a que esto se leyera en términos de debate y por ello no incorpora una gran carga teórica sino más bien una carga de “realidades”. Por último, evidentemente el libro se leyó y bastante porque terminó en la cárcel algunos años.

Díganme ahora que les parece este extracto del Credo del Capitalista:
“Creo en el capital que gobierna la materia y el espíritu.
Creo en el Beneficiario, su legítimo hijo, y en el Crédito, el Espíritu Santo, que procede de él y es adorado conjuntamente.
Creo en el Oro y en la Plata, los cuales, torturados en la Casa de la Moneda, fundidos en el crisol y acuñados en el troquel, reaparecen en el mundo como moneda legal; mas por ser demasiado pesados, después de haber circulado por toda la tierra, descienden a los sótanos del Banco para resucitar en forma de papel-moneda.
Creo en la Renta al 5%, también al 4 y al 3%, y en la Cotización auténtica de los valores.
Creo en el Gran Libro de la Deuda pública, que pone el Capital a cubierto de los riesgos del comercio, de la industria y de la usura”

Paul Lafargue (1883:234)
Editorial Longseller, Buenos Aires, 2003

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