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Roncesvalles 2017 |
El Camino de Santiago es algo que siempre estuvo rondando mi mente en términos culturales... y sigue estando ahí. Hace pocos años, a cuenta de unas vacaciones por los Pirineos me topé con parte del camino; fui a Saint Jean Pied de Port y bajé hasta Roncesvalles donde participé de la misa del peregrino. Era verano pero al atardecer no solo bajó la temperatura sino también una intensa niebla. Me quedó de todo aquello una sensación especial, de confraternidad, de intimidad con el entorno e incluso con todas esas personas desconocidas; solo sentí algo similar en Cuzco pero diferente a la vez. En Cuzco uno parece fundirse en energía, por el Camino de Santiago uno parece conectar con lo universal del ser humano. Como fuere, el concepto de romería, el peregrino, el camino y su entorno configuran terrenos de sumo interés cultural, religioso e histórico y es por eso que me entusiasmó el libro de Juan Atienza. A ellos vamos entonces.
El trabajo propone un recorrido por los distintos aspectos que hacen al camino de Santiago: la leyenda del apóstol, la configuración del recorrido, la relación con la iglesia católica, la intervención de los reyes y poderosos, el impacto cultural, la economía o la catalogación de peregrinos. Pero el hilo de toda la obra es la idea ancestral de este camino, aquello que sucedía antes de la invención de la leyenda del apóstol y qué se vivió/se vive al peregrinar mas allá de la cosa religiosa; es decir, el peregrinaje como búsqueda. Y no está nada mal; pues es sabido que allí persisten ritos que vienen de antiguas culturas atlánticas y que se han incorporado a la tradición jacobea. El finis terrae parecía ser un lugar propicio para prácticas espirituales de diversa índole y anteriores a la llegada de los católicos, al punto de caer en una fuerte "contaminación" de ambas cosas en los primeros siglos. Atienza hace mucho hincapié en estos detalles para contrastar los esfuerzos que hizo la iglesia a lo largo de siglos tratando de desterrar esas prácticas paganas. Y en este orden, trae a cuenta la historia del obispo Prisciliano de Ávila que vivió en la Gallaecia romana, donde sumó muchos adeptos y fue condenado por la propia iglesia a morir en Tréveris en el año 382. Se entiende que Prisciliano de alguna manera trató de conciliar catolicismo con las creencias anteriores y por ello fue valorado por el pueblo; una hipótesis arriesga que la peregrinación comenzó a su tumba y no a la de Santiago, ya que esto fue 500 años antes de la aparición del sepulcro del apóstol.
Luego se nos invita a desmenuzar los aspectos del establecimiento del camino como peregrinaje del creyente católico, donde la orden de Cluny tuvo un rol clave. Así reconocemos los sentidos que envuelven la práctica del caminar a pie, del atuendo y de sus elementos, de los hitos o instancias que debía seguir pero también del entorno: las paradas, los albergues, los riesgos en cuanto a seguridad, la muerte en el propio camino, los estafadores, entre otros. Estos apartados orientados a la consagración del mito están bien desarrollados y abarcan cada componente del recorrido: por ejemplo los episodios entorno a Carlomagno
(quien baja a España para reconquistar territorios al infiel y pierde la batalla -guiño a la chanson de Roland-, cuyo lugar fue "trasladado" a Roncesvalles para darle fuerza a la peregrinación), el establecimiento de reliquias y milagros en distintos puntos o la publicación del Codex Callixtinus junto a otros relatos que prescriben "oficialmente" cuál debe ser el recorrido verdadero...
Pero había algo fundamental que instaurar y era el por qué peregrinar. Así se configuran las "gentes del camino" que estaban compuestas por personas que necesitaban cumplir con la ley (podían condenarte a peregrinar para expiar) o lo que define como "chulería devota" hacia el Siglo XV donde los caballeros andantes salían al camino e incluso organizaban torneos en algunos hitos. También estaban quienes peregrinaban por voluntad, los que cumplían su voto por delegación (enviando a lacayos o pagándole a un peregrino "profesional"), otros en representación de una comunidad/ comarca pero también algún familiar cuyo pariente murió y no llegó a cumplir su voto.
Cuando los caminos se fueron llenando de peregrinos, apareció el problema de su seguridad junto al de su bienestar. Así se ensayaron soluciones como promulgar que los peregrinos recibieran asistencia en casas particulares u hospitales creados a tal fin y sanciones a quienes los timaran o robaran. El peregrino adquirió un status de santo y para poder identificarlo comenzó a llevar un tipo específico de atuendo: hábito, bastón, concha.
No puedo obviar la mención a la construcción en el camino 😍. Para albergar los diferentes hitos, sus reliquias y lugares de milagros, fueron naciendo incontables ermitas e iglesias en el recorrido. Entre las mas antiguas, las hay de estilo románico y gótico. Y aquí, el románico nos ha dejado demasiado, tanto y tan indescifrable que ya casi el camino jacobeo tiene su propio estilo. Cada maestro constructor puso su marca, anónima, quizás identificable en mas de una construcción pero sin nombre propio. Existen varias teorías para descifrar las representaciones en los capiteles; se pueden explicar por la cultura de la época y cómo se entendían los episodios religiosos hasta por conocimientos y mensajes ancestrales que nos quisieron legar. Lo innegable es lo específico de sus imágenes y lo dudoso de sus significados.
Por último, y a cuenta que son poco mas de 250 páginas pero cargadas de información, no quiero dejar de contar qué opino de esta lectura. Reconozco que comencé el libro con una expectativa un poco romántica y en función de ello esperaba mas anécdotas e historias del Camino. Aparecen las justas para ilustrar lo que se detalla y solo puedo decir que está bien como disparador para indagar a futuro.
Me pareció excesivo y casi obsesivo el tópico de la imposición de la iglesia creando fieles ignorantes. Uno puede entender las lógicas de poder y también la puja por las creencias pero hay que ponerlas en contexto. Se ofrece una mirada virulenta y manipulada de la peregrinación, muy siglo XXI... todo el tiempo aparecen palabras como "milagrería" "feligresía adicta" "feligresía ignorante" y muchos mas ejemplos. Creo que el poblema es el tono y las palabras usadas, pues entiendo que se deja claro a lo largo del libro que Cluny nos legó un camino aunque solo se refuerce su ambición de poder político, económico y religioso. Me pregunto si esto último, no es al fin, lo que implicaba revelar la palabra del catolicismo en el momento y frente a otras creencias arraigadas.
La entrada es larguísima y pido disculpas por ello. El tema lo vale y también sumo algún bonus que dejo aquí abajo 😊
¿En serio? El fomento del odio a los salvajes vasconavarros por parte de los religiosos son palabras mayores. Las menciones a "esa gente" en "esas tierras" abandonas a la maldad es cosa seria para advertir al peregrino.
¿Y las mujeres? Escándalo! Mas se fomentó el camino mas quisieron peregrinar las mujeres. En el siglo XIII, los clérigos se quejaban de ello entendiendo que a la mujer le bastaba con atender el oficio y poco podía aportarle ir a la tumba del apóstol.
"Por el contrario, este origen tendría que contribuir al reconocimiento de algo que, según creo firmemente, tiene capital importancia a la hora de analizar el fenómeno del peregrinaje y el propósito de peregrino: el hecho de que esa marcha hacia el poniente gallego, hacia Finis Terrae, es una tendencia infinitamente mas universal y ecuménica de lo que cualquier grupo o creencia quieran reconocer y proclamar para sí" [34]