Hace meses que terminé de leerla y le vengo dando vueltas a la idea de escribir. Es cierto, leo/leí muchos libros sobre los cuales no he escrito nada pero este tiene "ese no se qué". Quizás, mas que un pequeño resumen me base en sensaciones. Contar la historia puede ser una línea o veinte mil explicaciones. Es una novela muy generosa, vasta, abarcadora donde uno podría aferrarse a un personaje o a un momento histórico.
Solo como referencia diremos que comenzó a escribirse para ser salir a la luz
como folletín, que se publicó en 1877 por primera vez y que, en tanto novela
una novela se enmarca en el realismo literario; ese que te presenta hasta el
mas mínimo detalle una sociedad: en este caso la alta sociedad Rusa a fines del
siglo XIX, donde todo, como en aquel momento, tiene ese sabor francés con
trasfondo local. Encontrarán muchas y muy buenas reseñas que podrán aportar
detalle pero considero algo mas interesante contar cómo me fue con ella.
Al principio comencé a leerla con la avidez de quien siente que lo está
aprendiendo todo sobre la vida (o al menos, esa vida, la que figura allí);
luego caí en una especie de penumbra de lector donde pasaban los capítulos pero
sentía que faltaban sucesos, hechos que hicieran avanzar la historia. No obstante
seguí porque me desconsuela dejar libros por la mitad. Mi perseverancia dio sus
frutos. Se pueden seguir las historias en paralelo, por personaje, por evento,
como fuere... Lo cierto es que cada uno de los personajes y sus vidas que allí
discurren podrían ser una novela entera. Las cosas se relacionan como al pasar
pero entiendo que no es tanto ese el objetivo. Me atrevo a decir que es una
novela concebida para la reflexión. Es imposible no revolver ideas sobre el
mandato social, sobre la prisión de la idea religiosa, sobre la maquinaria del
poder y tantas otras temáticas. Uno hasta discute con los personajes.
A la idea antes escrita sobre que el objetivo de la novela es la reflexión
sumo ese sinsabor de la resignación. Parece que o uno se amolda a los esquemas
del deber ser o se aparta por completo; es decir, muere. Lo curioso, es que
amoldarse se presenta finalmente no como imperativo sino como un
"descubrimiento", una suerte de iluminación que se abre a nuestra
mente y todo adquiere sentido a partir de lo que antes concebíamos como la nada
misma.
Algunas tesis dirán que Lievin es Tolsloi ante sus propios debates, otros
agregarán en quien se inspiró el personaje de Karenina... Yo veo que los
debates no han cambiado tanto y temo, que la resignación sea la salida hacia
una vivencia un poco mas optimista de la cosa social/individual. Esto ultimo no
debe alentar a no leerla. Todo lo contrario, no hay momento en cada capítulo
que no tenga mirada crítica y profunda de aspectos que -para no repetir lo
anteriores-, incluyen la burocracia estatal o el arte mismo. Por eso es
generosa, ya que nos pasea delicadamente por temas densos que como seres
pensantes no podemos obviar debatirlos alguna vez al menos.
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